Desde la antigüedad el ser humano ha viajado incansablemente de un lugar a otro de la Tierra, siguiendo su impulso natural de conocer nuevos horizontes. Los motivos de estos traslados fueron en origen de conquista, supervivencia o expansión económica, más tarde se ampliaron a razones culturales, de salud o de ocio y se fue haciendo popular lo que antes era privilegio reservado a clases sociales más elevadas.

El turismo organizado o los primeros embriones de agencias turísticas, los encontramos entre los egipcios, los griegos y los romanos, pero la primera agencia de viajes, de la cual existe documentación, es una organización social que en 1440 tenía su sede en Venecia y organizaba, con todo lujo de detalles, viajes a Palestina. La presencia de un notario legalizaba la actividad con todos los trámites pertinentes y se ocupaba del cobro y de la anotación de la cuota económica establecida.

A lo largo de los siglos los operadores turísticos se han ido multiplicando y hoy la red y la estructura que permite el traslado de millones de personas de un lugar a otro de la tierra, es la más compleja y desarrollada de las organizaciones empresariales. Gracias a ese entramado, todo el mundo sabe cómo viajar placenteramente y, por si esto no bastase, las librerías están llenas de guías acerca de dónde ir, cómo llegar, qué ver, dónde comer, dónde dormir o qué comprar. Lo que no nos aclaran ni las agencias de viaje ni las guías son los motivos para viajar y la clase de viaje que deberíamos hacer para conseguir nuestros objetivos. Viajando se obtiene información y formación, mejor que cualquier otra actividad, el viajar nos ofrece la posibilidad de enriquecernos y cambiar algo en nuestra existencia.

Los psicólogos y especialistas hablan de los efectos benéficos de los viajes, como el aumento de la autoestima y de la confianza en nosotros mismos, de la independencia personal y de la tolerancia. Se adquiere mayor capacidad de asumir riesgos y solucionar problemas e imprevistos y, en consecuencia, de conocernos mejor a nosotros mismos. No perdamos la oportunidad de proyectar nuestras próximas vacaciones con un viaje insólito, será una experiencia enriquecedora y transformadora.

A la vuelta nos lo contamos.

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