¿Habrá muerto la privacidad o quizás lo que ha muerto es la expectativa que hemos tenido de que se pudiese respetar?

Lo cierto es que seguimos conociendo casos a diario en los que se ha dejado de observar con otros o con nosotros mismos. El último caso, que estos días está en las portadas de los periódicos, es el de  la filtración de la declaración de la renta de la candidata al Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre. Un caso  clamoroso por la popularidad del agredido a los que hay que añadir los millones de casos,  que no aparecen en los medios de comunicación pero que sabemos que se dan, provocados por la situación actual de las tecnologías y sus fallos, por nuestra inconciencia o por la maldad de quien sabe utilizar engranajes para espiar y enterarse por completo de nuestros asuntos privados.   Internet y las redes sociales también han facilitado la posibilidad de echar abajo ese muro que separa lo privado de lo público.

El derecho a la privacidad como el derecho a la intimidad consiste en la defensa de la persona a través de una línea roja que prohíbe publicar o dar a conocer datos nuestros relacionados con la religión, la política, la vida económica o la vida íntima.

El ser humano tiene derecho a mantener secreta su vida privada y bajo ningún concepto esto puede ser revelado ni siquiera a una persona muy cercana. Sin embargo, esto para muchas personas u organizaciones, no tiene valor ninguno. Personas u organizaciones sin escrúpulo son capaces de saltarse a la torera estos principios y jugar con nuestros datos o convertirlos en materia comercializable o instrumento para hacernos daño.

¿Cuántas llamadas recibimos a lo largo del día de empresas u organizaciones en nuestro móvil personal para vendernos algo o hacernos una encuesta? ¿Cómo han conseguido nuestros datos?

Sin ir más lejos hoy  hablando con un colega del tema me cuestionaba: ¿Qué sutil o real diferencia existe entre privacidad y datos personales?  No he sabido responderle inmediatamente, pero la pregunta me has suscitado las ganas de provocar debates. Sin duda, un argumento al que nuestra sociedad debería prestarle más atención y profundizar.

Volviendo a la pregunta con la que iniciaba mi artículo, sobre si ha muerto o no la privacidad, soy consciente de que no podría responder con certeza absoluta, ni sí ni no. De lo que si estoy seguro es que creer que solo nosotros poseemos nuestros datos es una idea no solo ingenua,   sino peligrosa. Como elemento de reflexión refiero la frase que escuché recientemente a un profesor universitario norteamericano: “Privacy is a concept, not a regime”

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com