Primer calor. Es primavera, oficialmente empezó el 21 de marzo pero hoy me envuelve en un modo particular. Será por eso que me apetece ahora describir impresiones, recuerdos y sensaciones. Las flores llevan ocupando el sitio de honor en los jardines desde hace semanas, el blanco florecido de los naranjos también perfuma desde hace más de un mes, pero hoy la naturaleza invade mis sentidos con particular protagonismo. El aire es muy cálido tirando a ardiente, sobran prendas y da gusto pasear en mangas de camisa. El azul del cielo tiene esa validez estética que hace relucir la ciudad en su conjunto. La luz es intensa y las casas, las iglesias, las calles, las plazas parecen más limpias y ordenadas. Camino por la ciudad y me paro a deleitarme en sus jardines, mientras recuerdo otras primaveras. Acuden a mis sentidos la primavera de Sandro Botticelli, la de Antonio Vivaldi, la de Menotti Lerro, la de Gustavo Adolfo Becquer, la de Benedetto Antelani, la de Antonio Machado, la de Walt Disney en la Bella durmiente y, muchas otras, que artistas de todos los tiempos pudieron recrear con su arte.
Sin embargo hay una primavera que en esta tarde calurosa y perfumada acude a mi memoria con notable intensidad. Una primavera que arrancó de la infinita inspiración, con salvaje vitalidad, Ígor Stravinski en “Le Sacre du printemps” y que de manera magistral transformó Vaslav Nijinsky, creando una soberbia coreografía para los Ballets Rusos de Sergéi Diágilev. Ese ballet de salvaje plasticidad y enérgica belleza, tuve la fortuna de verlo por primera con la coreografía que Maurice Béjart realizó con el “Ballet du XXe siècle”
Béjart había plasmado en esta celebración de la primavera la plena dimensión del demiurgo, que en la filosofía platónica, es el dios creador y ordenador del mundo. Recuerdo con nitidez cada pasaje y movimiento de esta obra rebozarte de armonía colectiva y de sensualidad.
Con estos y otros recuerdos me ha saludado, osada y provocativa, la primavera en esta tarde de mayo. Tomo prestado este poema, del menos conocido de los Machado, para concluir este post porque describe afinadamente el cúmulo de emociones que hoy se pasearon por mi piel.

¡Oh, el sotto voce balbuciente, oscuro,
de la primer lujuria!… ¡Oh, la delicia
del beso adolescente, casi puro!…
¡Oh, el no saber de la primer caricia!…
¡Despertarse de amor entre cantares
y humedad del jardín, llanto sin pena,
divina enfermedad que el alma llena,
primera mancha de los azahares!…
Angel, niño, mujer…. Los sensuales
ojos adormilados y anegados
en inauditas savias incipientes…
¡Y los rostros de almendra, virginales,
como flores al sol aurirrosados,
en los campos de mayo sonrientes!

Poema “La Primavera” de Manuel Machado

por @mbellido

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