Siria también se baña en el Mediterráneo. ¿Nos hacemos una pálida idea de lo que sería un conflicto armado en estas aguas a las que también muchos europeos como nosotros se asoman pacíficamente?
Muchos estamos propugnando el diálogo y la diplomacia para evitar una intervención militar. Queremos que se hable, que se intente el diálogo antes de disparar, sin embargo no es fácil imaginar un diálogo sereno con quienes han usado armas químicas contra civiles y contra las cuales nadie se puede defender. La siguiente pregunta tiene que ver también con la anterior. ¿Quiénes han sido realmente los que la han usado? ¿Existe certeza de que ha sido solo el Gobierno? ¿Existe un interés real de descubrir toda la verdad? La comunidad internacional tiene ante sí un problema moral de dimensiones gigantescas. Se trata de crímenes contra la humanidad. ¿Cómo podemos permanecer tibios ante las imágenes de miles de niños huyendo de las llamas, de las bombas, de la guerra y de la muerte? ¿Cómo parar esta procesión de inocentes descalzos huyendo sin consuelo? ¿Con otras bombas? ¿Y si afortunadamente este incendio bélico cesa, quien frenará a continuación el viento de la venganza terrorista que como en Irak, después de la guerra, sigue esparciendo sangre por sus calles? ¿Qué locura pasaría por las cabezas y por los corazones de esos canallas que han usado el gas sarín contra los civiles? 1.400 personas murieron el 21 de agosto a las afueras de Damasco por los efectos de este gas.
Me pregunto por último, que impulsa a muchos seres humanos a cometer estas salvajadas. ¿Qué pasa por las cabezas de estos criminales para que se confundan y se anulen en sus mentes cualquier atisbo de piedad y de justicia? Leía esta mañana en unos textos de Sartre que basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera. No nos olvidemos que el odio, no es solo matar con bombas, es una tendencia a aprovechar todas las ocasiones para perjudicar a los demás. Si queremos un mundo de paz y de justicia habrá que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.