Hoy, a un amigo que he encontrado por la calle, le he dicho bromeando que lo veía más gordo, que seguramente había engordado con las comilonas de estas fiestas. El relato que vino a continuación, como respuesta a mi broma, fueron referencias muy bien detalladas de los mangares que había degustados en cenas y comidas familiares. Concluyendo me decía: “he devorado colesterol puro, mi cardiólogo me matará” ¿Por qué será que aunque conozcamos lo que es bueno comer, siempre escogemos los alimentos equivocados para nuestra salud? Quizás es la falta de conciencia en ciertos momentos de los actos que realizamos y de sus consecuencias. El principios de la filosofía budista del “aquí y ahora” mal vivido, o el que me “quiten lo bailao” que no tiene en cuenta las consecuencias, secuelas y derivaciones de nuestras decisiones. Muchos especialistas en nutrición nos demuestran constantemente que la felicidad no es hija de la gula. El bienestar psicofísico proviene de una nutrición sana. Ahora, muchos como mi amigo, después de las fiestas, dirán que se pondrán a dieta y volverán al gimnasio para ponerse en forma.
Creo que es del todo equivocado, ni una pérdida de tiempo dedicarle algún rato de vez en cuando a conocer cuáles son los alimentos más saludables y descubrir cuales son los principales beneficios para nuestra salud. Por supuesto tampoco es mala idea, hacerle caso a nuestro medico. Hipócrates en el siglo V antes de Cristo, médico de la Antigua Grecia que ejerció durante el denominado siglo de Pericles, ya reflexionaba sobre el bienestar y la alimentación. Famosa es su frase:” Que tu alimento sea tu medicina, que tú medicina sea tu alimento”