Mañana centenares de manifestantes de la izquierda radical esperan llenar las calles de Madrid. Son los que han preferido  barricadas, acampadas e intimidación en lugar de manifestaciones pacíficas con la menor alteración posible del orden público o debates parlamentarios. Esta izquierda que al parecer cree poco en la democracia y en el valor de las elecciones, puede que esté convencida que la violencia es el camino más corto, si no el único, para alcanzar sus objetivos de poder. Se podrían analizar los hechos desde muchos aspectos. A mí me llama la atención que tanto resultado nocivo, tanta destrucción de mobiliario urbano, tanto fanatismo, tantos desórdenes públicos, tanto enfrentamiento con la policía, tanto daño, lo sigan justificando ciertos sectores políticos.  Se escuchan discursos donde claramente se  sustituye la ética y los valores democráticos por razonamientos demagógicos y eslóganes sin pie ni cabeza.

Frases como la del portavoz del Grupo Municipal IU-Los Verdes en el Ayuntamiento de Madrid, Ángel Pérez, que declaraba recientemente que «cualquier cosa que se haga para conseguir que los niños coman es lícita, incluida la violencia si fuera necesaria» y que «si hay que asaltar supermercados habrá que organizarlo para asaltarlos bien asaltados, no de cualquier forma», producen un sentimiento entre la risa y el llanto por la carga demagógica que contienen.  Muchos, parece que han perdido ese mínimo conjunto de valores que son la brújula de la vida. Esos que se lanzan  por las calles encapuchados cobardemente, rompiendo contenedores, cristales de escaparates, cajeros de banco y lanzando piedras a la policía, se olvidan de una idea muy sencilla, que la vida de los demás tiene al menos el mismo valor que la propia.   En democracia la vida del contrario y del oponente,  incluso de quienes piensan diversamente, merecen un gran respeto. Parece obvio  y sin embargo una parte de la izquierda ni lo considera ni lo admite. Consecuencias de esta falta de ética produce por ejemplo, el apoyo al aborto y a la eutanasia.

Pluralismo, respeto mutuo y tolerancia  son valores que no consideran quienes hacen del propio partido una maquina para alcanzar el poder a cualquier precio. Lo malo es que muchos cuando alcanzan el poder, no saben lo que hacer cuando lo tienen  o sencillamente lo usan para coartar  la libertad a los demás, producir pobres y subvencionarlos para tenerlos dominados  y, de camino, sacarle jugoso provecho económico a sus privilegios.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com