La inconciencia de algunos seres humanos es una máquina de destrucción que día a día y, cada vez más,  está poniendo en peligro esa película de sustancia orgánica con la que se nos presenta envuelta la Tierra y que es la biosfera. Cada año desaparecen 17 millones de hectáreas de selva tropical y un número impresionante de especies animales y vegetales se extingue ante la mirada indiferente del resto de la humanidad. La velocidad con la que se producen estos desastres en la biosfera es muy superior a la del pasado. Y no hablemos de los kilómetros de costas que desaparecen devorados por el cemento de construcciones residenciales.   Esa preciosa capa estructural de nuestro planeta a pesar de los esfuerzos de quienes tratan de protegerla para nosotros y para las futuras generaciones corre verdaderamente cada vez más peligro. Muchos dirán que existen otros problemas más importantes y urgentes de resolver, muchos dirán que el problema de llegar a final de mes es más importante que salvar la libélula azul  o la trucha asalmonada  irlandesa que corren peligro de extinción como  el tigre, el panda gigante o el rinoceronte de Sumatra..

Sin embargo, no queriendo quitar la razón a nadie, tengo que decir que el peligro de  extinción de esas especies y de otras pone al mismo tiempo en peligro toda la biodiversidad del planeta. La destrucción de nuestro hábitat natural a causa de la agricultura intensiva, del desarrollo urbanístico, de la desforestación, de la contaminación, no le crea un problema a  monos lejanos, sino directamente a nuestra vida y a la de nuestros hijos.  La biodiversidad, no hay que olvidarlo, es la responsable de la mayoría de los alimentos que nos nutren, de la mayoría del equilibrio de nuestro entorno y de cualquier ámbito en el que nos movamos. Vital para los ecosistemas del planeta y vital para cada uno de nosotros. Muchas políticas se están basando hoy en día en la hipócrita resignación de la aplicación de la ecuación trabajo-bienestar igual a devastación del territorio. Esa voracidad a corto plazo es la que puede destruir poco a poco el planeta.  Ayer un medico conocedor de los problemas ambientales me relataba la tragedia en ciertas regiones con explotaciones de grandes extensiones de tierra dedicadas al cultivo de trigo donde los pesticidas habían terminado con la existencia de las abejas.  No hay que olvidar que la polinización de los cultivos, esencial para la alimentación de la humanidad, la llevan a cabo las abejas. No es una broma. El equilibrio natural de la Tierra está en peligro, devolvérselo es tarea de todos.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com