Palabras

Libertad: “Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. “Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres”.
Legalidad: “Cualidad de legal”
Justicia: “Derecho, razón, equidad” Aquello que debe hacerse según derecho o razón.
Honradez: “Rectitud de ánimo, integridad en el obrar”.
Patriotismo: “Amor a la patria”. “Sentimiento y conducta propios del patriota”
He buscado estas palabras en el diccionario y me gustan sus significados. Palabras que podrían ser el armazón vital de todo político. Cimientos que producirían sentido de Estado y razón de ser de muchas instituciones. Hablando de patriotismo, me pregunto, dónde ha ido a parar, en el hacer cotidiano de muchos políticos, el amor por España, la defensa de su unidad, de su bandera y de su lengua. ¿Quién tutela hoy esos principios desde el poder político sin arriesgar de ser llamado facha? ¿Dónde ha ido a parar el respeto en lo público a la diversidad ideológica y en lo privado a la confesionalidad de cada uno? ¿En qué institución pública se defiende a la familia o a nuestras raíces culturales?
Las palabras van perdiendo, a veces, el significado, o se las apropian unos y otros haciendo uso partidista de ellas. Probemos a preguntarnos por algunas. ¿En boca de qué lado político se cree que están las expresiones educación cívica, sensibilidad ambiental, social, solidaridad, sostenibilidad, progreso?
Otras, no solo se alejan de las bocas de los políticos, también se alejan de la realidad que construyen con sus acciones. Baste pensar en palabras como valor, sueño, vitalidad, futuro…
Las palabras están cargadas de vida. No pueden seguir siendo ni eslóganes fáciles ni etiquetas de talantes vacíos.