Al menos cincuenta personas resultaron heridas ayer por la explosión de un coche bomba en un barrio al sur de Beirut, bastión del grupo chií libanés Hizbulá que lucha en la guerra civil de Siria. Algunos médicos consultados hablaban de numerosos heridos y muertos.
La tensión en el Líbano se ha incrementado después de la intervención de Hizbulá en Siria para apoyar al régimen del presidente Bashar al-Assad, cuyas fuerzas están tratando de sofocar la revuelta de mayoría suní que estalló hace dos años.
La explosión ha dañado coches y edificios. Algunas imágenes muestran nubes de humo negro que se levantan desde algunos edificios en el sur de la capital. Un periodista de la agencia Reuters veía en la zona un gran incendio provocado por la explosión. El objetivo, al parecer habría sido un área comercial en el área de Bir al-Abed, donde residen varias oficinas de Hizbulá.
Este ataque es el segundo que se produce este año contra zonas chiíes de Beirut. En mayo, dos proyectiles cayeron en la zona y las fuerzas armadas libanesas se han incautado ya de varios artefactos en los alrededores de Beirut.
De momento el ataque no se ha reivindicado pero el reguero de sangre sigue en esa parte del planeta. Cruz Roja, ha confirmado por su parte que entre los damnificados había niños. Hay que decir basta a estos conflictos brutales, que siempre terminan afectando gravemente a los más débiles. Muchas ONG están trabajando en la zona, pero es fundamental que desde aquí las apoyemos con nuestra ayuda económica.
UNICEF, concretamente, necesita más de 200 millones de dólares (unos 151,5 millones de euros) para continuar con sus programas de agua, higiene y saneamiento en Siria, Líbano, Jordania e Irak hasta finales de año. A punto de llegar a mediados de año, todavía faltan 124 millones de dólares (casi 94 millones de euros) para poder llegar al objetivo previsto.
«Quien tenga oídos para oír, que oiga; quien tenga ojos para ver, que vea».