En los tiempos que corren no es raro despertarse por la mañana y, mientras escuchamos las primeras noticias en la radio, sentir una mezcla de sorpresa y vértigo por la velocidad, en aceleración constante, de los cambios que se producen en el mundo. Estamos viviendo un periodo crítico de la historia del mundo y por supuesto Andalucía no es una isla en medio del océano que vive ajena a los cambios que se producen.

La apertura a todos los vientos que caracteriza a esta etapa nos lleva a examinar nuestra situación con microscopio, analizando los gérmenes patológicos de nuestra deslucida economía, no por un complaciente gusto morboso, sino por una preocupación constructiva, porque es necesarios detectarlos para liberarnos de ellos y recuperarnos lo antes posible.

Uno de estos factores nuevos que, aparecido en el horizonte de la realidad social y económica, nos impulsa a plantearnos nuevos objetivos y estrategias es el ensanchamiento de la U.E. En principio esta ampliación satisface a todos, aunque en las orillas de los 15 actuales y de los 10 que se incorporan no falten sutiles desconfianzas: los viejos socios temen ver disminuir los recursos y beneficios de los que han gozado hasta ahora y los nuevos temen ser tratados como ciudadanos de segunda. Los diez nuevos socios han tenido que hacer un grandísimo esfuerzo para adaptarse a las 80.000 páginas de normativa, el llamado “aquis communautaire” indispensable para conseguir el visto bueno de entrada, transformando también sus estructuras en libres economías de mercado abiertas a la competencia. Sin duda, las perspectivas de crecimiento para estos países no son malas y hablan de un 3,1 por ciento en 2003, mucho más alta que la de los quince. Este aumento de riqueza de los nuevos socios significará que consumirán más y esto para nuestros productos se podría traducir en mayores exportaciones. Un nuevo mercado de potenciales clientes se abre en el horizonte y todo dependerá de cómo nuestros empresarios sepan afrontar el reto y de cómo la Administración allane el terreno para hacer posible la internacionalización de nuestras empresas.

Éste y muchos otros escenarios se están abriendo día a día ante nuestros ojos y tendríamos que adquirir la curiosidad y la habilidad de abrir sin miedos una y otra vez las muñecas rusas de la información, para comprender de modo articulado las posibilidades que se nos ofrecen y planificar con antelación el camino que nuestras empresas tienen que seguir. En tiempos donde los científicos avanzan porque cumplen rigurosamente su trabajo de topos, levantando muchos velos para comprender qué hay debajo de cada problema y distinguiendo las ilusiones de la realidad, sería un error seguir confundiendo nuestras opiniones personales con la realidad, sin acumular previamente el necesario bagaje informativo y documental.

La urgencia prioritaria para los empresarios andaluces es adaptar sus empresas a una sociedad evolutiva, con alta velocidad incorporada, impaciente y bajo continua presión, que no parece cuidarse mucho de los cadáveres que la economía de mercado va dejando en la cuneta. Andalucía tiene que recuperar lo antes posible el placer ebrio de un auténtico y tangible crecimiento económico.

Nuestro mensaje-balance tan positivo en el informe que presentamos sobre la ampliación de la UE y su impacto en nuestro desarrollo regional sería ilusorio si no prestase atención a la convicción de que la riqueza de Andalucía es su capital humano.

por @mbellido

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