Obama a trompicones

Esta mañana nos desayunábamos con la noticia de que en el Congreso de EE.UU. se llegaba a un acuerdo, evitando la suspensión de pagos y reabriendo la administración federal. La capitulación republicana permitía así  a Estados Unidos salir de la parálisis de las últimas semanas. Obama vencía esta batalla para mantener vivo el gobierno en los próximos meses, pero quedan sobre la mesa otras batallas: El descontrol de los gastos, el déficit de la balanza, los elevados costes  del sistema sanitario… Es fácil prever que en horizonte se dibujaran nuevas crisis que probablemente se afrontaran sin limitarse a la lógica de poner parches para sobrevivir. Entre los republicanos la desilusión era patente, una vez firmado el acuerdo John Boehner, admitía que no había razones para votar contra la ley, aunque subrayaba que no era del gusto de los republicanos. “Hemos combatido una buena batalla pero no hemos vencido. Hemos hecho todo lo posible pero los demócratas seguían diciendo no, no, no” “Nuestra intento de frenar  el desastre que es la ley de asistencia sanitaria del presidente Obama va a continuar”.  Dentro de pocos meses se llenaran las portadas de los medios con el mismo problema, tal cual. El Congreso ha aprobado un acuerdo que prolonga solo hasta el 7 de febrero la potestad del Departamento del Tesoro para endeudarse y poder seguir pagando las facturas. El 7 de febrero está ya detrás de la esquina. La sensación que se tiene desde que Obama llegó a la Casa Blanca es que gobierna a trompicones. Obama ha decepcionado a muchos en estos años y no solo en Estados Unidos. Lleva meses sembrando dudas constantes sobre la recuperación económica y en otros aspectos se ha avanzado muy poco, de hecho en lo que llevamos de legislatura, no se han aprobado ninguna de sus principales iniciativas. En los últimos meses estaba pasando de ser Nobel de la Paz al Señor de la Guerra, el caso Snowden y el espionaje, los drones usados contra el enemigo y la situación de Guantánamo sin arreglarse  a ensombrecido el brillo con el que llegó a presidente de EE.UU. Una cosa son los sueños y otra la realidad.