Días de horror y de profundo dolor en Pakistán por la absurda matanza. Se están sucediendo las vigilias y los actos de oración por las 148 personas asesinadas en un colegio bajo control militar en Peshawar, al noroeste del país. 132 eran niños. Tal es la desesperación que el primer ministro, Nawaz Sharif, ha decretado tres días de luto nacional, decidiendo también, levantar la suspensión de las ejecuciones de penas de muerte
Un grupo de talibanes formado por seis insurgentes vestidos con uniformes del Ejército propiciaron esta masacre y según testigos presenciales estos talibanes fueron de clase en clase disparando a los estudiantes. Una verdadera ejecución.
Además, a pocas horas de la matanza, amenazaron con nuevos ataques como «venganza» por las operaciones del ejército en el noroeste del país, instando al mismo tiempo a la población civil que eviten las escuelas y las zonas militares.
Estos hechos que a diario publicamos en los medios de comunicación no pueden seguir dejándonos indiferentes y sin embargo el cine y la TV, están haciendo que la violencia y el asesinato entren en nuestras casas como la cosa más normal.
No podemos acostumbrarnos al terror por el hecho que no nos toca a nosotros y lo padecen otros seres a muchos kilómetros de distancia. La condena y las acciones que se tengan que adoptar contra estas monstruosidades han de ser contundentes.
Se está matando y nadie pude disponer de las vidas de otros.
Es muy duro aceptar que aunque Moisés volviera a bajar del Monte Sinaí con las tablas de la Ley, el quinto mandamiento seguiría siendo rechazado o justificado por muchos. De hecho hay muchos que no matan pero dejan matar. Los que matan solo necesitan una buena dosis de cobardía.