Muchos  jóvenes han dejado también hoy las aulas para participar en manifestaciones en toda España. Mientras gritaban pidiendo una educación de calidad, probablemente no eran conscientes que los motivos verdaderos por los que hoy se encontraban allí, eran motivos políticos o motivos laborales de sus profesores. Engañados. Algunos gritaban como energúmenos, otros empujaban de mala manera a los que pretendían entrar en clase, muchos de ellos con el rostro cubierto, típico de la guerrilla urbana no permitían el paso a algunos que querían asistir a las clases. Muchos son los protagonistas del fracaso escolar que domina parte de la enseñanza en nuestro país y muchos serán los que abandonarán antes de terminar los  estudios. Muchos no son conscientes de que este camino no les lleva a  adquirir un desarrollo suficiente que les permita trasponer el círculo perverso en el que se encuentran atrapados.

Sacar a los jóvenes de las aulas es inadmisible, no hay motivos por los que dar rienda suelta a actitudes como la de esos jóvenes de Mérida que han dañado  las puertas de más de 15 centros educativos, o aquellos que  han quemado esta mañana contenedores en el interior de la Universidad Politécnica de Valencia,  o los que han colocado  contenedores de basura tapando las puertas de acceso a la facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid, o aquellos que han cortado la avenida Diagonal de Barcelona o aquellos que en el Campus de Somosaguas, dependiente de la Universidad Complutense de Madrid, han bloqueado las entradas con palos, piedras y vallas metálicas.

Por debajo de la ventana de nuestra redacción  pasan en este momento un grupo de estudiantes gritando «guerra, guerra, guerra», y otras consignas tan altisonantes que por vergüenza, evito de repetir.

Todo esto es inadmisible porque nada tiene que ver con la educación, nada tiene que ver con los valores del esfuerzo, nada tiene que ver con el conocimiento ni con la proyección de un futuro mejor. Efectivamente «no hay argumento contra la Lomce más allá de decir que ataca a la escuela pública» y los sindicatos solo saben justificar esta acción política como reclamaciones laborales de docentes. ¿Quién paga las consecuencias de estas acciones? Nuestros jóvenes.

En un mundo dominado por la información y el conocimiento, el desarrollo integral de España se sustentará, en primer término, en los niveles de educación y de  formación profesional de sus habitantes. Resulta obvio, pues, que quienes no reúnan esos requisitos, quienes no aprendan actitudes y valores basados en el esfuerzo no podrán acceder al futuro que se prepara.

La educación es la vacuna contra el fracaso individual y colectivo. La actitud de quienes promueven estas huelgas por motivos políticos están, consciente o inconscientemente, pretendiendo bajar el listón del saber y del conocimiento para que una parte de nuestra juventud obtenga un titulo sin esfuerzo y sin exigencia, que después no le servirá para nada. Este intervencionismo partidista en la formación de la juventud es vergonzoso. Son inaceptables las tasas actuales de abandono y de fracaso escolar: La nueva ley, que muchos que protestan ni siquiera  han leído,  más allá de las interpretaciones que se hagan de ella,  lo que trata es de remediarlo. Insensato seguir mareando la perdiz, sabemos todos que lo que se pretende es desgastar al gobierno, sin embargo  lo que se consigue es hacerle perder el tren del futuro a nuestros jóvenes.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com