Alguien en la redacción me preguntó  en los primeros días de enero: ¿Cómo crees que será 2013? Bromeando contesté: “No estoy en grado de responderte, no he consultado aún el horóscopo”. Mucha gente lo hace, dicen que las estrellas no llegan a determinar pero si a indicar. Sin embargo los  escépticos de la astrología, piensan que creer en estas predicciones  trae mala suerte y prefieren confiar el destino a las previsiones de los institutos de estadísticas, expertos en pronosticar tendencias, que además,  cobran menos que los astrólogos.

Mi convicción es otra, sin quitar merito a los sociólogos, estadísticos, eco-estadísticos, y analistas económicos. Conozco un  instrumento que no cuesta dinero, no está prohibido y está a disposición de todo aquel que quiera utilizarlo, sea docto o analfabeto, sea joven o viejo, estudiante, ama de casa o profesional. Es la facultad de soñar.

He preguntado en estos días a muchos de mis amigos, compañeros y conocidos  que soñaban para 2013.  Las respuestas, han sido muy variadas. Alguno más cercano me confiaba aspiraciones íntimas y personales, otros me respondían con sobriedad, otros genéricamente y en modo políticamente correcto. Una persona, esta tarde, me decía: “para mi 2013 es ya una pesadilla, espero que termine pronto”.  Le respondí que no perdiera la esperanza, que probara a soñar a lo grande. Le propuse que soñara un 2013 con una clase política renovada con la Constitución bien aprendida y con intención de aplicarla día tras día, una clase política usara nuestro dinero para sus intereses sino para el bien de la sociedad,  unos sindicatos  nuevos y flamantes, remozados, puestos al día y con miras nobles. Le sugerí que soñara líderes que nos hagan de nuevo amar y creer en la política,  que piensen y trabajen por una España unida y por una Europa unida. Le insinué que soñara el pleno empleo, bancos saneados, “amigos” de los ciudadanos  y de las empresas, solidaridad con los países en vía de desarrollo, erradicación de la pobreza, sostenibilidad y un sinfín de cosas más. Puede ser que mi interlocutor pensara que yo era un exagerado, puede ser que tú que me lees lo piense también. Da igual, son sueños y ya se sabe que detrás de toda historia de éxito hay un soñador a lo grade. Los sueños son el combustible del éxito, mejor tener más de uno, alguno se hará realidad.

por @mbellido

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