¿Os habéis fijado? En los spot publicitarios las amas de casa aparecen siempre en perfecto estado, maquilladas, bien peinadas, físicamente en forma.. En la realidad no siempre es así, ¿verdad? Muchas amas de casas, probablemente, con la intensa vida que conducen, el tiempo para arreglarse y mantenerse en forma, no siempre lo encuentran. No solo los spots publicitarios reflejan ese modelo de mujer casi perfecta, también los programas del corazón y de sociedad muestran artistas, actrices, modelos, que en cualquier circunstancia se las vea aparecen sin una arruga, vestidas a la ultima, radiantes y pletóricas de felicidad. Incluso cuando la TV las muestra en circunstancias difíciles, la cosmética es perfecta y el peinado como recién salido de la peluquería. De lógica, en los anuncios las señoras y señoritas que intervienen reflejan esos modelos; son atractivas, delgadas, seductoras, llamativas, graciosas, interesantes, en dos palabras: “divinas de la muerte”. Por supuesto, no reflejan mayor preocupación que la elección del perfume más exótico, del mejor detergente para el lavaplatos, de la bebida más refrescante de moda…  Sus desconsuelos se asocian al antiarrugas de marca, al anti celulítico más eficaz o  a los alimentos bajos en calorías. Sus consejos pasan de cómo lucir unas piernas bonitas en verano, a como mantener unos pies sexies, irresistibles y admirables, de tener unas manos suaves como la seda a como poner en practica los trucos de belleza para un impecable look ‘pool side’ Los mensajes bombardean constantemente el tejido social para intencionadamente subrayar el modelo indicado: “Adapta el color de labios al maquillaje de día”, «un truco para proteger tu piel cuando corres en verano», “Como mirar y deslumbrar para lucir  unos ojos perfectos”. Podría seguir enumerando elementos constitutivos de este modelo de mujer “visible”, ideal, para muchos, de la condición femenina. La reflexión, que parece lógica después de estos comentarios, es que quien no vive según estos cánones, es “invisible”.

Recuerdo, la impresión que me hizo, hace algunos años en Nueva York, recoger a un amigo en unas grandes oficinas de una consultoría de bolsa,  en el undécimo piso de un lujoso edificio, a una hora avanzada de  noche, (había tenido que quedarse a terminar un trabajo). Por los  pasillos y las oficinas de esa planta, decenas de limpiadoras abrillantaban  el suelo, limpiaban el polvo, recogían las papeleras, pasaban la fregona. Era un ejército de mujeres “invisibles” que ponían a punto unos despachos que al día siguiente ocuparían otras mujeres con trajes de chaquetas, tacones altísimos, peinado y maquillaje impecable. Sí, las mujeres invisibles son más numerosas de aquellas que aparecen en TV. Son esas mujeres que sostienen la economía familiar, que cuidan a los abuelos, que educan a los hijos, que trabajan de sol a sol, que viajan en los autobuses muy temprano luciendo ojeras, las que van cargadas con bolsas de supermercados y dolores de espalada, las que van a limpiar escaleras para sostener económicamente a la familia, las que tienen fiebre y siguen al pie del cañón, cuidando a los demás, las que nunca van de vacaciones.

Mi madre fue ese prototipo de mujer invisible. A ellas, que no aparecen en TV para “lucir palmito”, pero que sostienen la parte más pesada de nuestro andamiaje social quería dedicar hoy mi post.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com