Pienso en nuestro tan deseado próximo viaje. Un viaje para vivir y soñar. Los preparativos: buscar la situación del hotel en un mapa, mirar las fotografías de las habitaciones en la Web del hotel, comprobar los horarios de los aviones, las fechas, las previsiones del tiempo, las direcciones de “lo que podremos visitar”.
Preparo una maleta imaginaria con un kit de salvamento, por lo que pueda pasar. Echo dentro un rayo de sol, un cielo estrellado, un riachuelo cristalino, “Mujer de la axila rubia peinándose la cabellera al resplandor de las estrellas”, de Miró, “La donación de la capa”, de Giotto, una lágrima silenciosa, la sombra de un árbol, “Antes del viaje” de Eugenio Montale, el ímpetu del viento, el olor del mar, una sonrisa que me haga compañía, “Campos de Castilla” de Machado, el sabor de una fresa madura, “The Look Of Love” de Diana Krall, un arco iris, un “no” que enseña, un ramillete de claveles rojos comprados en el mercado de Jerez, el cansancio después de haberlo dado todo, una tableta de chocolate, un “divertimento” de Mozart y un adagio de Albinoni, el misterio de la muerte, la llegada sin fuerzas a la cima de la Marmolada, la fragancia de la maternidad, una emoción que acelere el corazón, la palabra “sigue”, un silencio que hable, una herida profunda, el vuelo de una gaviota, una cesta de pan recién hecho, el sentirse perdonado, la risa de un niño, la sensación del aire en un ocaso en una playa del Puerto , los ojos de mi padre, los colores del amanecer en Manila, las dulces voces de quienes me quieren, la ternura de un beso, el instante de un rayo en el temporal, el crecimiento de una hija, un recuerdo inolvidable, una botella de Veuve Cliquot – Grande Dame, la música de una fuente y el canto de la lluvia, el olor de la tierra mojada y de la hierba cortada, todas las esperas y las preguntas del corazón.
Todo está listo, podemos partir.
Manuel Bellido