Ayer en una tertulia televisiva escuchaba a un tertuliano decir que la sanidad se está privatizando y que ya no todos los españoles pueden acceder hoy a los servicios de la sanidad pública. Lo dijo sin parpadear. Yo si  parpadee, no tanto por lo decía sino por la forma en que lo decía.  Sabemos que es  una especie de “mantra”, que un sector de la política de este país viene repitiendo desde hace tiempo como estrategia de desgaste del adversario. Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad, dicen algunos.

Las de este tertuliano, eran dos afirmaciones bastante inexactas.  Primero, no se privatiza la sanidad, se privatiza en algunos casos la gestión. Segundo, la Sanidad pública en España sigue siendo universal, gratuita y de calidad.

Sabemos que los mantras se repiten un determinado número de veces con un propósito específico, esta “especie de mantra” sobre la privatización y la sanidad pública, repetido un número infinito de veces, quiere, aparte de crear antipatías contra el gobierno actual,  insinuar, que cuando se vaya a la consulta del médico, este le cobrará la visita. La gente que acude sabe que no es así. Es más, según los datos que se han hecho públicos recientemente, el 70’6% de los ciudadanos españoles consideran que el Sistema Nacional de Salud ha funcionado bien o bastante bien en 2012 y le dan una nota del 6’57. El periodo al que se refiere este Barómetro coincide precisamente con la puesta en marcha de las reformas llevadas a cabo desde el Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad.

Repito, no eran las palabras del tertuliano lo que me sorprendía, era el modo de decirlo, sin descomponerse, con una especie de media sonrisa, y con un tono de superioridad y de sentar cátedra.  Me sigue  sorprendiendo la facilidad que tienen algunos de falsear, medio falsear o confundir a la gente con tal de ganar unos votos. La mentira, según algunos, puede ser un  mal relativamente benigno en los grupos restringidos,   sin embargo, se convierte en vicio redhibitorio y capital en la política – hasta el punto que tiende a crear, -lo mismo que el odio y el taedium vitae-, un impedimento  radical para el crecimiento social.

Por eso esta mañana escogía una cita de Martin Lutero para compartir en las redes sociales: “una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve”.

A nadie se le escapa el peligro de un aumento de la mentira en el ámbito político. Dígase lo que se diga, el progreso social va flanqueado  necesariamente, funcionalmente por el progreso moral. Es vergonzoso comprobar que muchos de aquello que se arrogan el poder de decidir quién es demócrata o no y que acusan constantemente a los otros de no decir la verdad, utilicen métodos tan rastreros. Algo me recuerda a Hitler y a sus metodos, que siempre decía que las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña. Extraño y espantoso modo de construir la democracia. Afortunadamente una mentira nunca vive hasta hacerse vieja.

por @mbellido

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