Lo de la calle se está convirtiendo en una plaga…

¿Quedará algún puñado de personas en la izquierda radical española que será capaz de abochornarse y sentir que es la incapacidad de admitir consecuentemente el resultado de las pasadas elecciones, asumiendo ocho años de errores y disparates, lo que les impulsa ha echarse desesperadamente a la calle con revueltas y violencia incluida, para intentar allí ganar algunos minutos en el telediario de la TV Pública? Ayer vi pasar unos centenares de jóvenes delante de mi ventana, gritaban consignas, sosteniendo una pancarta. En las primeras filas, esos que ya conocemos, con aspecto poco aseado y expresión agresiva, detrás otros qué probablemente, no eran del todo conscientes de que aquello no era una manifestación espontánea de estudiantes, no gritaban, caminaban charlando entre ellos. En el ambiente se percibía una gran concentración de fósforo, acompañada de esa clase de locura a ritmo atronador y persistente de bombo y arengas cantadas.
Nadie les pregunta desde qué lugar vienen ni adónde van, porque ellos seguramente tampoco lo saben. No quieren bancos, no quieren Gobierno, y lo dicen a “grito pelao”, ¿Qué quieren? Y yo me pregunto, como es posible que unos grupos tan férreos, preparados y organizados con una estructura de comunicación y movilización tan precisa, sean fruto de la espontaneidad. ¿Con quien están de acuerdo entonces?
Decían antes de las elecciones: “No te pedimos el voto para ningún partido concreto, ni que votes en blanco, ni que te abstengan, sino que te informes para comprobar que existen alternativas. Quiere decir que estarían dispuestos a sostener estas otras alternativas. ¿Cuales? Ayer, en las manos de que quienes desfilaban solamente vi banderas republicanas y alguna con la foto del Che Guevara.
Lo de la calle se está convirtiendo en una plaga…