Me he despertado a las 5 de la mañana. Hay ruido en la calle y no consigo volverme a dormir. Me voy a la cocina y me preparo un café. Es de una marca italiana que tiene un tueste muy especial. El aroma de este café cuando el intenso líquido negro comienza a subir en la pequeña moka Bialetti que me regalaron el año pasado tiene para mí casi el mismo poder que el incienso, me transporta. Desde hace muchos años es lo primero que hago cuando me levanto. Es como un rito. Me siento en el salón y lo bebo de la pequeña taza de cerámica blanca, a sorbos pequeñitos, sin prisas. Después, arranca la jornada. Hoy no tengo prisa, es muy temprano. Coloco un cd de Daniel Barenboim en el reproductor de compact disc, es de Mendelssonhn, “Lieder ohne Worte”, Romanzas sin palabras. Anoche dejé sobre el sofá el libro “Gentes del siglo” de Indro Montanelli que estoy leyendo en estos días. Me llama la atención la profundidad que este “grande” del periodismo alcanza en sus entrevistas. De hecho Arcadi Espada en la introducción lo comprende y explica muy bien:” Es probable que muchos de los personajes de Montanelli sean, o acaben siendo, arquetipos: pero decirlo será siempre labor de los comentaristas. El periodismo, aunque no lo parezca, es cosa diferente de los comentarios. Los grandes retratos de Montanelli, y este libro espectacular está plagado de ellos, siempre tratan de los hombres. Nada que ver con ese periodismo moderno que sólo entrevista a metáforas”. A veces, ese periodismo casi cortesano que de vez en cuando me toca hacer por el tipo de publicación que dirijo, me lleva a entrevistar a políticos y el resultado es muy a menudo decepcionante para mí. Las respuestas parecen salidas casi siempre de “argumentarios” a la carta y la ilusión que las respuestas querrían aportar nace pocas veces de la espontaneidad del entrevistado sino del mecanismo lingüístico preparado meticulosamente en los gabinetes de prensa para persuadir y catequizar. Lo curioso de estas entrevistas es que cuando se cierra el micrófono después de haber hecho las preguntas de rigor y obtenido las respuestas correspondientes, el entrevistado ya cómodo y relajado se deja llevar mostrando la parte más humana, sus límites, sus intuiciones, sus desencantos, incluso en aquello que unos minutos antes afirmaba con rotundidad. Hoy toca entrevistar. Trataré de ir con los “prejuicios” necesarios, para no ser complaciente ni irritante, sencillamente periodista. Mi herramienta es la palabra. La música de Mendelssohn ha estado envolviendo estos pensamientos. Dicen los críticos de este compositor que su romanticismo se aprecia con claridad en el uso del color orquestal y en su tendencia hacia una música programática que describe lugares, sucesos o personas de una manera magistral. Intentaremos hoy hacer lo mismo con la palabra escrita. Me contaba Anna que Benigni decía el otro día en un programa de TV que si se enfrentan dos hombres, uno con una pistola y el otro con un bolígrafo, el de la pistola es hombre muerto. Magnífico pensamiento para decir, entre otras cosas, que las ideas sobreviven a la violencia que elimina al que primero la usa. Eso también lo enseñó Montanelli

por @mbellido

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