Difícil, muy difícil lo tengo para que mi reflexión en esta carta que abre la edición de marzo no sea inquietante, con todo lo que está cayendo en el plano político y económico.

Pero se trata de marzo y ese insinuarse de la primavera con más minutos de sol, con las mimosas que revientan de color amarillo a los bordes de las carreteras, nos obliga a inyectar optimismo y esperanza en nuestras vidas y en estas páginas, que quieren servir constructivamente para el desarrollo y el progreso y no para el lamento. Demos, pues, espacio a la primavera. Marzo también trae de la mano importantes días conmemorativos y las grandes Instituciones Internacionales invitan a una movilización de toda la sociedad a favor de una buena causa. De entre todos, dos son los días internacionales que me llaman la atención: el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer y el 22 de marzo, Día Mundial del Agua. Dos argumentos que bien merecen una mirada atenta. Parece que casi todo el mundo tiene claro que el progreso de la mujer es el progreso de todos, sin embargo, incluso en nuestro país donde se legisla abundantemente en materia, todavía existe una gran brecha entre la normativa y la práctica. Y no digamos en ciertos países donde no sólo la falta de mentalidad sino también la falta de recursos hacen imposible el proceso de igualdad. Tres millones de niñas sufren la mutilación genital femenina cada año, cada minuto de cada día muere una mujer innecesariamente durante el embarazo o el parto. Desde 1990, un 90% de las muertes relacionadas con los conflictos armados han sido de civiles, y un 80% de estas muertes eran de mujeres y niños. De hecho, durante las últimas dos décadas, ha habido un terrible aumento en la utilización de la violación y la violencia sexual como tácticas deliberadas de guerra. En África la disparidad de género en el acceso al agua y los servicios de saneamiento no sólo pone en peligro a las mujeres, sino también a sus hijos y sus comunidades, y aquí reconozco que el Día Mundial del Agua puede ayudarnos a reflexionar sobre este bien precioso y la utilización que de él hacemos. Cerca de 1.100 millones de personas en el mundo aún carecen de agua potable y 2.600 millones no tienen acceso a saneamiento. La falta de agua potable es uno de los mayores retos del desarrollo en el siglo XXI. Cada 15 segundos un niño muere de sed o de enfermedades relacionadas con el problema del agua. Son más de 6.000 niños los que mueren al día y la falta de acceso al agua potable es la segunda causa de mortalidad infantil. Estamos hablando de 5 ó 6 millones de niños al año.

Es la otra cara de la crisis.

Así lo ha contado mi amiga Consuelo Crespo, presidenta de UNICEF-Comité Español, en el Foro Antares a finales de febrero.

Aunque muchos políticos de nuestro país y de otros países sigan haciendo todo lo posible por empeorar el mundo, los ciudadanos de a pie podemos hacer mucho con poco. Un euro es suficiente para proporcionar agua potable a 40 niños al día.

¡Que estos dos días conmemorativos no se queden en papel mojado y supongan un cambio real y positivo de nuestra mentalidad y, sobre todo, que repercuta para bien en la vida de todos los niños y las mujeres del planeta!

Manuel Bellido

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com