¿Por qué unas Comunidades autónomas son ricas y otras pobres? ¿Por qué en unas se crea empleo y en otras no? Son preguntas que no sólo hablan de bienestar o de longevidad de los ciudadanos, sino también del poder que ha guiado o que guía a esa Comunidad. En algunas Autonomías el nivel de vida es bajo, las disparidades sociales excesivas, la producción o la creación de empresas no crece a medida que lo hace la población; hay una distancia creciente entre las promesas y las declaraciones que constantemente hacen sus dirigentes políticos y las realizaciones que llevan a cabo. Son curiosos los encabezamientos de  las notas de prensa de ciertas Comunidades Autónomas: “El consejero declara”,  El consejero estima”, “El consejero valora”, El consejero señala” El consejero prioriza”, “denuncia”, “insta a reflexionar” “confía”, “califica”, “descalifica”, “se opone”….  Cuando la política se reduce a declaraciones y no se llevan a cabo  actuaciones, quiere decir que atraviesa un mal momento. Con la que está cayendo con la crisis económica Cataluña no tienen otra cosa mejor que hacer que marear la perdiz y reivindicar la independencia: ‘Cataluña, un nuevo Estado de Europa’. El país Vasco lo hace constantemente. En otra autonomía el partido que gobierna desde hace 30 años se lanza a impulsar  movilizaciones en la calle, contra el gobierno central, por el paro. Parece, que en lugar de ser ellos, los políticos, los que  defienden  las necesidades ciudadanas en sede parlamentaria, piden ayuda a los ciudadanos para que agiten la calle, a ver si así les allanan el camino a retomar el poder o aumentarlo.  Todo esto hace traslucir la ansiedad de nuestros representantes políticos por el poder o la proximidad a él, la tristeza por perderlo, o el pasajero jolgorio por conservarlo.  Evidentemente, son muestras de debilidad e impotencia. Incapaces de defender democráticamente y en sede parlamentaria ideas y alternativas a favor del bien común, agitan al pueblo que sale a la calle engañado, creyendo que así defiende sus derechos cuando en realidad lo que están reivindicando son los intereses de los que han hecho de la política un sistema de subsistencia suculenta.  Los ciudadanos se hacen muchas preguntas sobre ciertas actitudes. Una de ellas, que a menudo escucho en estos días, es sobre la responsabilidad que tienen los gobiernos autonómicos. Si el destino, para bien o para mal, de las Comunidades Autónomas está en manos de un poder central, ¿a qué sirven?, ¿cuál es su responsabilidad?, ¿de quién es la responsabilidad del paro, de lo que han llegado ahora, o de los que gobernaban antes?

La trivialización y la ignorancia han apostado por olvidar y hacer olvidar.  Con desfachatez se vive de la demagogia que emboba a parte del pueblo y hace perder la conciencia de lo que realmente importa.  España fue  con Zapatero, un  país sin futuro, ahora  gracias a la radicalidad de cierta  izquierda sin poder, parece un país sin presente. Muchos políticos sufren la enfermedad de la melancolía cuando no están en el poder. Las consecuencias de esta enfermedad son impredecibles y siempre tienden a sembrar el caos; causa desencadenante o multiplicadora de crisis. Ya lo decía Hipócrates: “Cuando la ansiedad y la tristeza se mantienen mucho tiempo, el mal es la melancolía” Pobre España.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com