Ayer he vuelto a entrar en la tienda de las palabras. En las estanterías se exhibían centenares, millares de ellas. No sabía exactamente qué comprar pero al final me llevé un puñado de palabras orales y otro puñado de palabras escritas. Las primeras las usaré cuando mis ojos miren los tuyos y pueda acompañar cada sonido con un gesto de mi mano y de mi semblante. Esas palabras vivirán y morirán en la autonomía expresiva del momento y probablemente, algunas se quedarán grabadas en tu memoria. Las palabras escritas las compré para derramarlas en esta carta que cada mes me inspiras y donde, como en un diario, voy anotando primaveras y otoños de mi alma y de la tuya.

Hoy quiero anotar que en este tiempo la vida me parece una autopista, no importa si me he equivocado o no de dirección, si me va bien o me va mal, el caso es que no puedo dar marcha atrás, tengo que seguir adelante con lluvia, nieve o viento. Jugármela, sin miedo, como se hace en la ruleta o con los dados, porque sé que cuando nací la vida me metió en algún bolsillo del corazón una buena dosis de libertad. Camino en esta autopista de la vida sabiendo siempre que nuestra verdadera casa es nuestra piel y que el techo más seguro que nos cobija son las estrellas, esas mismas que todas las noches podemos mirar juntos aunque nuestras cabezas no descansen en la misma almohada. A veces, cuando cae la noche, me cuesta dormirme mientras muerdo con nerviosismo un manojo de pensamientos entre mis labios y mis dientes; soplo y resoplo sobre esa extraña flor que al difundirse en el aire parece nieve, pero que no lo es; son semillas que buscan otras tierras donde plantarse y crecer. Después sueño que vuelo entre campos de amapolas como lo hace el viento; y ya no pienso. Finalmente duermo.

Mañana volveré a empezar y entre desesperar o desaparecer escogeré esperar. Espiaré de nuevo un cielo inmenso, escribiré mi nombre en los papeles de la gente para saber quién soy, escribiré historias para contar la Historia, daré vida a los ‘sin memorias’, respiraré, respiraré otra vez, y me sentiré agua de una fuente que no puede volver a la roca donde nació, porque ninguna piedra por grande que sea puede parar la corriente. Seguiré ingenuamente metiendo alas y cadenas a este corazón que con un antes y un después es capaz de escribir una nueva historia de amor.

Y es que en este camino de la vida estoy aprendiendo, paso a paso,.metro a metro, que es mejor amar y perder que vencer y no amar.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com