Esta mañana nos levantábamos con los resultados del referéndum en Escocia.  Con el 95,6% de los votos escrutados, el «no» a la independencia se imponía por diez puntos al «sí» (55,3% – 44,7%) Un  resultado que daba una clara victoria al NO.

Curiosamente, las zonas más prósperas de Escocia han votado a favor de seguir dentro de Reino Unido y de la UE y  las zonas menos desarrolladas  han votado por la independencia, aunque no de forma suficiente para imponerse.  Para David Cameron, que esta mañana hablaba al país, ha sido una victoria nítida la del NO, pero no exenta de amargura. A Cameron le reprochan en Europa e  incluso los suyos  las facilidades que le dio a Alex Salmond para convocar un referéndum  a su medida.

Alex Salmond,  ministro principal de Escocia y líder del movimiento independentista, que también comparecía esta mañana, declaraba que aceptaba el resultado y que para él había sido una dulce derrota porque  más de un millón y medio de escoceses (entre los 4,3 millones que habían ido a votar) habían elegido  la independencia. Lo cierto es que esta tarde sabíamos que el líder independentista anunciaba que dimitirá como líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP) y como primer ministro del Gobierno autónomo tras esta derrota.

La  reflexión que hago después de estos acontecimientos es sobre la responsabilidad de los políticos. ¿Quién se hace cargo del futuro de un país cuando se lanzan órdagos de este tipo, se permite que se dividan sus ciudadanos, o se tengan que cambiar las reglas del juego para contentar a unos pocos? Salmond, se ha retirado después de haber dividido a los escoceses, pero sin conseguir sus objetivos. ¿Era consciente que su decisión de fomentar el independentismo podía tener también efectos desconocidos y perjudiciales para Escocia o cuando la impulsaba lo único que le interesaba  era ver coronado su sueño de convertirse en presidente de una República independiente?

¿Es consciente Mas de las consecuencias de romper la unidad con España, con la UE y entre los mismos catalanes? Su responsabilidad como la de Salmond  ha comenzado y ha continuado y continua con la imprevisión. La ceguera de Mas en la búsqueda de un proyecto sobre Cataluña que beneficie a el y a los suyos en el corto periodo de unos años, denota una grave deficiencia cognoscitiva.

Artur Mas no solo no aprende la lección de la historia, además, con mucho desparpajo, se la inventa y miente. Escocia fue reino; Cataluña, nunca. Su ambición personal y la de los políticos que con el aspirarían a ser cabeza de ratón, es y sigue siendo ceguera ante el desastre. Por lo que vemos, a Mas, el futuro no le interesa y de consecuencia no se quiere hacer responsable de el. Su horizonte temporal es estrecho cuanto su vida, su interés el más inmediato. La suya es una irresponsabilidad organizada.

por @mbellido

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