Tres factores me llaman la atención en el desarrollo de la industria turística de los últimos años: el primero es el impulso a la innovación en los destinos, con el despliegue y el desarrollo de las TIC que permiten crear servicios diferenciales y altamente competitivos; el segundo es el compromiso de las instituciones por mantener un bajo impacto sobre el medio ambiente y la cultura local; por último, el esfuerzo, tanto de las Administraciones Públicas como del tejido empresarial, de tomar conciencia de la importancia de garantizar el acceso a la práctica turística a todos los ciudadanos sin excepción y aplicar medidas que, independientemente de las condiciones personales, sociales, económicas y de cualquier otra índole, faciliten a todos el acceso a este bien social. De esta manera, se ha ido consolidando, cada vez más, el concepto de “Turismo accesible”, del cual ya no se puede prescindir en ninguna estrategia encaminada al desarrollo del sector.
La accesibilidad, lo sabemos, es la ausencia de barreras arquitectónicas, culturales y sensoriales, esa condición indispensable para permitir disfrutar del patrimonio cultural, artístico y natural a ancianos, a personas con discapacidad y a todas aquellos ciudadanos que presentan de forma transitoria o definitiva algún limite o deficiencia física, mental, intelectual o sensorial.
Viajando por Andalucía, he podido comprobar que son ya muchos los museos, los monumentos, los espacios naturales, vías verdes, hoteles y restaurantes que ofrecen estructuras, servicios, entornos y actividades de ocio accesibles. Hay dos vías verdes que he visitado recientemente y que me han llamado especialmente la atención: la Vía Verde de la Sierra, entre Olvera y Puerto Serrano, y la Vía Verde Aceite, entre Jaén y el río Guadajoz, en el límite entre en las provincias de Jaén y Córdoba. Ha sido reconfortante encontrar bicicletas adaptadas, handbikes y triciclos circulando por estos caminos naturales llenos de encanto.
Son varias las instituciones y empresas que están ya divulgando instrumentos de información, como la Guía de Vías Verdes accesibles, que contiene indicaciones muy elaboradas sobre la accesibilidad física, visual y auditiva de tramos adaptados para personas con movilidad reducida, así como información de oferta turística de entornos para estas personas limitadas en sus facultades.
El esfuerzo no es sólo de adaptación a las necesidades de personas con discapacidad a través de la eliminación de barreras, es también un esfuerzo legislativo, con la creación de normativas en materia de transporte, edificación y urbanismo, etc.
También hay que decir que el turismo accesible, por su capacidad de generar nuevas oportunidades de negocio y como elemento diferenciador para los destinos, ha hecho que este segmento se convierta en un objetivo estratégico de los actores que conforman el sector. Por una parte, las Administraciones Públicas son las que tienen las herramientas para desarrollar el turismo y permitir una sustentabilidad del mismo y, por otra parte, el sector privado, es decir, las empresas que llevan adelante la actividad y el día a día de la creación del producto turístico, ofreciéndolo y comercializándolo.
Haciendo este extenso reportaje, hemos vuelto a comprobar que el turismo accesible es un factor extraordinario de integración social, que es una oportunidad de negocio para el tejido empresarial y que es un elemento fundamental de calidad y diferenciación de la oferta turística. Andalucía está preparada y avanza a pasos agigantados para ser competitiva también en este sector productivo tan primordial para nuestra tierra. Recientemente, en una conferencia sobre turismo, escuché decir al ponente que la accesibilidad es imprescindible para el 10% de la población, necesaria para el 40% y cómoda para el 100%. Sigamos entonces poniendo de nuestra parte para que Andalucía sea cómoda para nosotros y para todos los que nos visitan.
Manuel Bellido
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