Claro que sí, no ver ciertos programas de TV nos permite mantener la cordura y liberarnos del estrés. La información dramática y violenta, repleta de pasiones, y no estoy hablando solo de pasiones sexuales, que reciben las personas especialmente de ciertos programas de televisión tipo La noria, Sálvame, Física o Química, el Intermedio, Gran Hermano y esos debates políticos con “mercenarios” de la comunicación que hablan sin dejar hablar y mienten de oficio para defender las causas de los partidos a los que están afiliados, todo eso altera los nervios y la salud emocional. Hábiles prestigiadoras, las pasiones nuestras o de otros nos confunden y nos someten a servidumbres. Viendo a ciertos “colegas” en televisión, defendiendo o atacando a esos personajes del “corazón”, comprendemos cuánto puede llevar el apasionamiento inútil a convertir razonamientos sanos en actitudes neuróticas. Estos programas inducen en las personas y en la sociedad condicionamientos mentales que impiden la visión clara de la realidad. Que a ciertos malos políticos les convenga que la sociedad fomente y multiplique pasiones se entiende fácilmente. Mientras la gente se ahoga en ellas, distorsionando la percepción y la cognición y entorpeciendo la visión clara de los problemas reales, no verán lo mal que gobiernan. Zapatero confiaba a Gabilondo que la “tensión” en la sociedad le convenía para alcanzar sus objetivos. Mientras la caja tonta muestre el acaloramiento ajeno, las heridas psicológicas, los complejos, las inhibiciones, las venganzas, las represiones y los traumas de otros, no tendrán tiempo de reflexionar sobre la realidad que azota al país.
Alguien en estos días, me hablaba de la ataraxia, palabra que proviene del griego ἀταραξία, y que en términos sencillos significa ausencia de turbación. Una disposición del ánimo estudiada y buscada por los filósofos estoicos, gracias a la cual se alcanza el equilibrio emocional, mediante la disminución de la intensidad de nuestras pasiones y deseos y la fortaleza del alma frente a la adversidad.
Otro ejemplo es lo que nos cuentan de Buda. Un día pasaba por un desfiladero y Davaddata desde arriba le arrojó una roca. Le rozó, pero pudo comprobar quien había sido el autor del atentado. A los pocos días Buda se cruzó con él y le saludó con mucha cordialidad. El otro se asombró: “¿Hablas conmigo como si no hubiera pasado nada? Buda sonrío: “Si te aborreciese me dañaría a mí mismo y, además, el que hizo eso ya no es el que ahora es”.
Eso se llama imperturbabilidad. Vale la pena conseguirla en la vida. Es un tesoro que, como la sabiduría, para obtenerla vale la pena dejar cualquier otra cosa.

por @mbellido

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