Un hombre con dificultad para conciliar el sueño, puede ocupar esas horas nocturnas, que dure su insomnio,  contando ovejitas, repasando asuntos que le esperen a  la mañana siguiente, recordando momentos vividos en el pasado, próximo o lejano, entretejiendo sueños,  levantándose para tomar un vaso de leche tibia, preparándose una infusión con las flores del naranjo,  hirviendo dos cucharadas de raíces de valeriana, haciendo cálculos matemáticos o cavilando  agudamente para enumerar cosas o situaciones  opuestas  o complementarias.  Si se decidiera a componer una lista de adjetivos con sus opuestos, podría comenzar con frio-caliente, para continuar con  viejo- nuevo, fácil, difícil, feo-bonito, limpio-sucio, liviano-pesado, seco -mojado, blando-duro, vacio-lleno, lento-rápido…, continuando así hasta agotar las reservas de vocabulario. Sin embargo, si decidiera enumerar en  una lista objetos complementarios, podría empezar por objetos domésticos empezando por aguja e hilo, papel y lápiz, funda y almohada, jabonera y jabón, toallero y toalla, cepillo de dientes y pasta dentífrica, zapatero y zapatos, jarrón y flores, casquillo y bombilla, enchufe y clavija, cajonera y cajones, llave y cerradura… De ahí podría pasar a reflexionar si hombres y mujeres son complementarios. Listando primero las virtudes de ellas comprenderá que   la mujeres son  más intuitivas,  más realistas, expresan sus emociones, buscan ser aceptadas, necesitan ser escuchadas, tienen mayor capacidad para aguantar el dolor y enfrentar el sufrimiento, son más sentimentales, les gusta incentivar, son más detallistas, son Imaginativas y fantasiosas, son más  reflexivas y profundas. Sin embargo ellos son más lógicos y analíticos, son más racionales y, a la vez, más racionalistas,  ocultan a menudo sus emociones, buscan ser respetados, no les gusta perder el tiempo en explicaciones,  quizás son más  fuertes y vigorosos, les gusta competir, se sienten autosuficiente, les encanta tomar decisiones, son más impulsivos y muchos son más  agresivos y ambiciosos.  A partir de ahí quizás comprenderá  que hombres y mujeres sean  dos mundos distintos, que por opuestos, se atraen y que por  supuesto, se pueden complementar. También, puede ser que entienda que el problema no está en que haya diferencias, sino en desconocerlas y no admitir que es ventajoso descubrir la riqueza de las diferencias, que pueden  enriquecer y generar armonía.

por @mbellido

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