El corazón de París ha sido otra vez golpeado por la barbarie terrorista. Estos asesinos lo revindican diciendo que es el 11S de Francia. Algún terrorista puede que siga deambulando por las calles de París en estos momentos mientras escribo. Estoy horrorizado. Es un terror sin precedente. Van ya 128 muertos y 99 heridos en los hospitales de París están en estado crítico. Una masacre que lleva la firma del denominado Estado Islámico, pero sobre todo es una declaración de guerra y un acto de guerra. Unos «ataques que son contra todos», no solo contra los franceses, es un ataque a Europa y a Occidente. Quieren terminar con nuestro modelo de vida y libertades y ante ese desafío tenemos que responder de forma «conjunta y decidida para defender más que nunca nuestras raíces y nuestros valores. Francia llora y con los franceses lloramos todos los hombres de buena voluntad.
En Twitter un tsunami de mensajes que probablemente provienen del entorno del ISIS amenazan con nuevos ataques a Landres, Washington y Roma. España, Italia y Marruecos han elevado también el nivel de seguridad tras estos ataques.
En estos momentos terribles me viene a la mente un fragmento del libro de Oriana Fallaci, “La fuerza de la Razón” Se puede decir más alto pero no más claro: “A pesar de las matanzas con las que los hijos de Alá nos ensangrientan y se ensangrientan desde hace más de treinta años, la guerra que el islam ha declarado a Occidente no es una guerrilla militar. Es una guerra cultural. Una guerra que, como diría Tocqueville, antes que nuestro cuerpo quiere atacar nuestra alma. Nuestro sistema de vida, nuestra filosofía de la Vida. Nuestra forma de pensar, de actuar, de amar. Nuestra libertad. No te dejes engañar por sus explosivos. Son sólo una estrategia. Los terroristas, los kamikazes, no nos matan sólo por el gusto de matarnos. Nos matan para doblarnos. Para intimidarnos, para cansarnos, para desanimarnos, para chantajearnos. Su objetivo no es llenar los cementerios. No es destruir nuestros rascacielos, nuestra Torre de Pisa, nuestro David de Miguel Ángel. Es destruir nuestra alma, nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestros sueños. Es sojuzgar de nuevo a Occidente. Y el auténtico rostro de Occidente no es América: es Europa.»
Los yihadistas no van a parar. Europa tiene que ser implacable. Basta de buonismos «pogres» que solo sirven para darles oxigeno y razones al terror.