Es un momento en que muchos hablan de desesperanza porque, entre otras cosas, Occidente está atravesando una profunda crisis cultural y porque, durante mucho tiempo, parte de la sociedad se ha dejado seducir por un cierto pensamiento utópico, perdiéndose detrás de lo que podemos llamar modelos constructivistas que a menudo han resultado ser la negación de las sociedades abiertas. Precisamente en estos momentos atormentados de la sociedad, entre tantas dificultades y horrores, mientras descubrimos lo delicada y frágil que siguen siendo la libertad y la dignidad del ser humano y la necesidad de defenderlas, irrumpen como un tsunami las tecnologías exponenciales. Avances científicos y tecnológicos que, si los analizamos con un cierto criterio, descubrimos que pueden añadir, como un granito de arena más, razones positivas para confiar. Razones para esperar que, en un futuro no demasiado lejano, lograremos ver en buena parte del planeta la “escasez” transformarse en abundancia y, en consecuencia, la mejora de la vida de los seres humanos, al menos desde el punto de vista material. Podemos confiar en que estos avances poco a poco ayudarán a resolver los grandes desafíos que el Planeta tiene planteados.

En esta tarea, los medios de comunicación tenemos la obligación de retomar de vez en cuando la función de otear horizontes nuevos Agenda de la Empresa vuelve en este mes de julio a proponer en portada uno de esos temas que hablan de construir futuro. Se trata de un amplio reportaje sobre I+D+i, es decir, un intento de penetrar en el corazón de las tecnologías y en su proyección para servir a la sociedad.

Hemos querido poner en relieve no tanto lo que significa invertir capital para conseguir conocimiento, sino lo que significa invertir conocimiento para resolver problemas, conseguir retos y, por qué no, crear riqueza, que es lo que provoca al final una estrategia brillante de I+D+i. Y de nuevo, releyendo cada uno de los artículos antes de llevar esta edición a la rotativa, vuelvo a sacar la misma conclusión: una y otra vez, pensando en avances tecnológicos y científicos, vuelvo a concluir que el centro de gravedad de la historia, en cualquier etapa, es el ser humano, artífice de todo progreso. Y esto lo sabemos desde que se comenzaron a recoger los primeros restos de los primeros hombres o de su industria, como los fósiles en los yacimientos que los paleontólogos han ido encontrando en las excavaciones de los distintos periodos geológicos. El ser humano, que durante muchos siglos parecía ir a tientas y al azar, supo aprovechar la existencia de ciertas condiciones, de ciertos contornos, para construir su porvenir en una dinámica de descubrimientos y avances que se ha ido cada vez más acelerando. ¿Quién puede decir dónde se detendrá este movimiento?

Estamos ascendiendo una pendiente y necesitamos no sólo los recursos materiales necesarios, necesitamos genio y aliento. Y quizás algo más.

El éxito o el fracaso de la humanidad no dependen exclusivamente de nuestras reservas económicas, del afán de poder, o del afán de acumulación. Vivimos la transición de una sociedad organizada sobre la base de jerarquías a una organización basada en redes descentralizadas. Por tanto, dependemos cada vez más de la intensidad acrecentada de nuestra reflexión y conciencia y también de la fuerza creativa de nuestra emoción. Como un río que corre hacia el mar, así la humanidad se precipita hacia un futuro mejor. Aunque llevarlo a cabo depende de todos y de cada uno. El futuro tiene la palabra.

 

Manuel Bellido

bellido@agendaempresa.com

www.manuelbellido.com – www.hojasdelibros.com

@mbellido

 

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com