Leo la prensa extranjera. En España, si enciendes la TV, no hay manera de enterarse de la gravedad de nuestros problemas. ¿Qué les pasará a las redacciones de casi todas las televisiones de nuestro país que tan incondicionalmente entregadas están al Gobierno? La 1, la 2, Canal sur, Canal sur 2, Telecinco, La Cuatro, la Sexta… Nunca oyes una sola crítica al gobierno, nunca un comentario negativo sobre su política económica, nunca decir que 4 millones y medio de parados es un drama. Todo son alabanzas a los ministros, todo es repetir, una y otra vez, que la culpa la tiene la oposición, que todos tenemos que arrimar el hombro, que las medidas y los planes son estupendos y nunca se les ocurre exigir a quien gobierna que asuma sus responsabilidades. El poeta y filósofo romano Tito Lucrecio Caro describe en uno de sus textos la sensación de alivio, de tranquilidad y de ausencia de peligro de un “espectador” que desde tierra firme asiste al naufragio de una nave en el horizonte. Grecia, Portugal y España son naves casi a la deriva. Curiosamente estas tres naves están pilotadas por el Pasok en Grecia, por el Partido Socialista en Portugal y por el PSOE en España. ¡Qué coincidencia! Mientras tanto, desde la tierra firme de quien observa desde los Medios amigos a ese poder y, por supuesto, no sufre las consecuencias dramáticas de estar en paro, todo se hace bien y no pasa nada.
Por otra parte la UE no termina de funcionar cohesionada. Justamente cada país tiene que asumir sus propias responsabilidades pero la solidaridad brilla por su ausencia. El pacto de estabilidad y de crecimiento comienza a desmoronarse. La misma Grecia tiene que pedirle a China que compre sus títulos de Estado o que se piense en el FMI como salvavidas de su nefasta situación. La Unión no recorre precisamente caminos de unidad. Difícil momento europeo cuya presidencia de turno española es casi inexistente. Una moneda única y, sin embargo, 27 estrategias económicas distintas claman por una reflexión sobre la necesidad de una nueva política económica y social común. La imagen de Lucrecio ya no le sirve a nadie. Hoy estamos todos en alta mar y la tempestad azota todavía.

por @mbellido

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