A veces tengo la sensación que cuanto más se exploran las estrellas, más se puebla nuestra mente y nuestra imaginación de dudas y preguntas. Cuando miramos el cielo en una noche estrellada, perdemos o comprendemos nuestra centralidad en el universo y, sobre todo, tomamos conciencia de nuestra pequeñez o de nuestra grandeza. Este verano, disfrutando con amigos de maravillosos cielos repletos de estrellas, en un lugar privilegiado de los pueblos blancos, tuve ocasión de escuchar algunos comentarios muy particulares en los que se acentuaba la precariedad o la grandeza del ser humano con respecto a esos cielos con los interrogantes y temores que nos sacuden cada vez que levantamos nuestros ojos y nos embobamos con tan espectacular grandeza. Por supuesto todos coincidían en la belleza de esa bóveda infinita y todos expresaban de una manera u otra esa atracción que se siente por lo desconocido, por el misterio y por lo que el ser humano todavía desconoce.

Desde la antigüedad los seres humanos se interesaron por el cielo, Aristóteles, Tales de Mileto, Anaxágoras, Aristarco de Samos,  Claudio Ptolomeo, Hipatia de Alejandría, Nicolás Copérnico,   Galileo Galilei, Johannes Kepler…. La ciencia se fue ocupando de los cuerpos celestes, de los planetas, de las galaxias… porque siempre se ha querido saber más. Todas las civilizaciones han mirado al cielo y probablemente todas las generaciones que vendrán lo seguirán mirando, aunque siempre nos quedaremos con algún interrogante ante el cual no encontremos explicación. Habrá algo esencial que se nos escapará, quizás un polo superior de concentración y de reflexión; un punto de unificación que de sentido a todo.

No son conjeturas, son meditaciones de un momento de contemplación con un grupo de amigos en el que disfruté de un manto repleto de perlas o de lágrimas de San Lorenzo, nombre que reciben popularmente las Perseidas. Después de disfrutar de esa lluvia mágica de polvo de estrellas repetí a mis amigos una frase que robé hace tiempo a Teilhard De Chardin: “para estar totalmente a gusto, para ser completamente feliz, necesitaba saber que existe «algo esencial» de lo cual todo lo demás no es sino un accesorio, o bien un ornamento”.

 

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com