Hace algunos años a quien me pedía un comentario sobre alguna situación política le respondía regalándole el librito “No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político”, de George Lakoff. Era un modo de expresar que mi visión de algunos políticos no era la de servidores públicos sino de expertos en marcos de referencia, estructuras mentales y lenguaje, lo que hacía de la política una batalla dialéctica que enredaba a ellos y nos enredaban a todos, sin concluir nada. Hoy regalaría libros de arte, documentales sobre la naturaleza o la Divina Comedia de Dante. Creo que la belleza es el único antídoto capaz de curar tanto atropello e insulto a la inteligencia que nos propician algunos políticos.
En estos tiempos viendo las actuaciones y escuchando las declaraciones de ciertos personajes que han hecho de la protesta y la disconformidad sus caballos de batalla, comprendo entre líneas, que sus reivindicaciones no son precisamente para favorecer a los más necesitados sino para beneficio propio. Antes se podía decir: la política tiene su origen en la voluntad de satisfacer las necesidades de los ciudadanos, hoy algunos podrían decir “sottovoce”: la política es la fuente de satisfacción de mis necesidades. Las virtudes que produce la buena política son sabiduría, valor, templanza y justicia. ¿Son estas las virtudes que hoy reflejan las actuaciones de los administradores públicos? Otra cosa que no cesa de causarme sorpresa en la gestualidad y la expresión de las declaraciones de algunos. Con los tiempos que corren, no es cuestión de reclamarles siempre una sonrisa o una palabra optimista, pero de vez en cuando no vendría mal escucharles una declaración con rostro más sereno. Algún asesor de imagen les habrá explicado que la intelectualidad, el saber y el poder solo se pueden mostrar con expresión grave, enfadada o molesta.
El otoño promete ser calentito, al menos, así lo han anunciado a bombo y platillo, los sindicatos y la oposición. Mientras tanto agosto, los mantiene lejos del mundanal ruido. Probablemente cargan las pilas deleitándose y aprendiendo con los textos de los clásicos griegos y latinos. Alguno leerá «la Republica» o «Critón o el deber del ciudadano» de Platón, otros estarán entretenidos con el Thesaurus Linguae Graecae. No pierdo la esperanza de que a la vuelta vuelvan con otras intenciones y renovadas ideas.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com