Bagdad ha recibido el peor de los regalos en Navidad: 35 muertes producidas por un ataque violento en un mercado muy concurrido del distrito de Dura, en un barrio periférico de la capital iraquí donde vive una parte de la comunidad cristiana.

 «Fueron dos bombas las que explotaron en Dura matando a 35 personas y dejando heridas a otras 56 «, así lo anunciaba Saad Maan, portavoz del Ministerio de Interior de Irak, afirmando que el objetivo era el mercado Athorien y no la iglesia del barrio. Lo que sí es cierto es que en los ataques  murieron algunos fieles que salían de la iglesia de San Juan después de la misa de Navidad.

La Radio Vaticana decía esta mañana que el ataque, seguramente,  no estaba dirigido a los cristianos. El obispo auxiliar de los caldeos en Bagdad  Monseñor Shlemon Warduni decía: “No hay que mezclar las cosas «, “el ataque de hoy pasó el día de Navidad, pero no porque era Navidad”.  Será casualidad pero el terrorismo islamista se está ensañando a diario con grupos cristianos en muchas partes del mundo.
Por el momento ningún grupo ha reivindicado la autoría de los ataques de hoy aunque no es difícil adivinar a que corriente terrorista pertenecen.

Desde la caída del régimen de Saddam Hussein en 2003, el país sigue atravesando una fase de transición  manchada por un largo reguero de sangre  Los ataques -que se producen casi a diario y que oponen a grupos tribales e interreligiosos- tratan de  arremeter contra  áreas y barrios muy frecuentados, con cafeterías, mercados, mezquitas e iglesias, para producir el  mayor número de víctimas posible.

2013 ha sido un año nefasto y sangriento para el país asiático por el número de víctimas que se han producido los distintos ataques.  Más de 6.650 personas han sido asesinadas desde enero, según la AFP.

Esta oleada de atentados, parece que no va a terminar nunca. En Europa y en el resto del mundo estas muertes tienen poco eco. Estas noticias en los telediarios, pasan casi desapercibidas. Para el oído de los telespectadores, 35, 70 o 100 muertos suena igual acostumbrados a ver centenares de muertos en las películas que a diarios nos proporciona el cine y la TV.  Aun resuenan en nuestros oídos las proclamas que algunos hicieron al terminar la guerra: al retirarse las tropas norteamericanas la violencia se encarnizaría aún más. Quizás imaginamos en esos momentos que algo de verdad habría en aquella frase, lo que no imaginábamos es que la realidad superara tan cruelmente a la predicción.

por @mbellido

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