Los empresarios andaluces quieren crecer. No son tan conformistas como muchos los pintan. Este deseo legítimo corre por sus venas. Pero crecer no es tan fácil como parece. Son muchas las dificultades externas e internas a las que tienen que hacer frente: conducir con equilibrio cada día la gestión de los recursos humanos; controlar los riesgos que conlleva la gestión financiera, desarrollar las complejas estrategias de mercado; sobreponerse a la competencia, la incertidumbre de los resultados, las barreras burocráticas y, a menudo, sortear las dificultades y la distancia en la relación con la Administración Pública. Con frecuencia se perciben más las arrugas en la frente que la sonrisa y la satisfacción en los rostros de los protagonistas del tejido empresarial y, sin embargo, conozco muchos empresarios felices.
Recientemente he leído que los empresarios más felices del mundo son los daneses y los suizos. Al menos, así nos lo ha contado el psicólogo social Adrian White de la Universidad de Leicester, Inglaterra. 80.000 entrevistas en todo el mundo han dado un resultado sorprendente donde se detecta que la vida feliz está relacionada con la salud, la economía, la escolarización.

España aparece en el puesto 46.

He preguntado en estos días a algunos empresarios andaluces en una simple encuesta que no pretendía obtener resultados científicos qué es lo que realmente le hacía felices en su calidad de directivos. Crecimiento, estabilidad y beneficios eran las palabras coincidentes. Muchos de los que respondían lo hacían con la satisfacción de estar obteniéndolo: eran aquellos que han sabido lanzar el corazón y la mirada más allá de los obstáculos que antes hemos enunciado. Todos sabemos que el conservadurismo en los negocios no genera buenos dividendos. Un empresario de Málaga me decía: «Si yo no crezco lo hará mi competencia y al final terminaré aplastado. No puedo permitirme el lujo de no crecer». Otro de Sanlucar me decía: «Si no amplío el perímetro de mis negocios terminaré encerrado en un refugio a oscuras y no veré extenderse el territorio de mi empresa hacia la línea de otros horizontes de mercado. Esa es mi vocación de empresario». Otro empresario sevillano que recientemente ha ido a implantar su empresa en Londres, me decía: «He tenido siempre la fortuna de poder escoger las oportunidades profesionales sobre la base de lo que me apasiona y me produce curiosidad y ambición. Aquí en Londres encuentro un mix entre la cultura empresarial americana y la europea, es decir, esfuerzo y meritos propios, orientación al mercado y al consumidor que se unen a un fuerte sentido de sumar y compartir. Aquí no importa de donde vienes o quien eres, importa lo que quieres y lo que estás dispuesto a dar para conseguir tus objetivos. Me gusta pensar que hoy, en esta situación de riesgo, tengo en mi mano mi propio destino, quizás más de como lo tenía en los primeros años de emprendedor en Andalucía».

En estas respuestas de mis amigos empresarios he recogido muestras de valor y de constancia que se reflejan en jornadas intensas, jornadas de 10 y 11 horas de media de trabajo diario. Es gente que no se contenta de los puntos de vistas de siempre, que busca confrontarse constantemente con otras informaciones y otros puntos de vistas, que afronta los desafíos diarios con lucidez y entrega. Es gente apasionada y con determinación.

¡Qué sería de Andalucía si no fuera por sus empresarios!

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com