Como dicen los franceses, terminaron los días de calma, sol, mar y amor. Huidos durante un mes del calor homicida que muchos hemos conocido sólo a través de las noticias sobre España en los periódicos que mirábamos de refilón, mientras desayunábamos en algún Hotel, a miles de kilómetros de distancia, hemos vivido un mes descubriendo otros paisajes, relacionándonos con otra gente y conociendo otras maneras de entender la vida. Ahora y aquí, como quien se despierta de un sueño, vemos cómo las ciudades vuelven a llenarse, vuelven las colas, el tráfico, el rumor, las llamadas al móvil, lo urgente y lo importante y las miradas nerviosas al reloj porque llegamos tarde a nuestra lista de citas diarias. Sentados a la sombra de nuestro despacho, mientras descargamos los centenares de “emilios” que han colapsado nuestro ordenador en nuestra ausencia, nos damos cuenta de que alguien o algo ha boico-teado repentinamente nuestro sueño estivo y que las vacaciones han terminado.

Tengo encima de la mesa la postal veraniega de mi amigo Klaus, un empresario alemán que, como todos los años, me desea felices vacaciones: “Te deseo un buen descanso. Como dice nuestra ley federal, las vacaciones sirven para templar el cuerpo y la mente, para consentir a los trabajadores que vuelvan a sus empresas descansados y producir con más ganas”. La frase me permite bruscamente aterrizar y una ojeada al “patio de lo político” a través de la prensa diaria me termina de entonar el ánimo. Y es que aunque remita la ola de calor, sigue dándose el bochorno. Aquí la vida sigue igual. Vuelven a mi vocabulario las palabras concentración, creatividad, productividad, entrelazadas con alguna tímida expresión como: “estas muy bronceada, ¿dónde has estado estas vacaciones?”, mientras los compañeros van pasando por mi despacho para saludarme. Lo cierto es que hemos vuelto, es septiembre, y queda un cuatrimestre que sacar adelante con éxito. Se cierra un capítulo y se abre otro. Es el momento de ahuyentar el desánimo y el síndrome pos-vacacional, ponerlo todo a punto con calma y organizarse bien. ¡Ah! Y por supuesto hacer todo lo posible para que las mejores experiencias de nuestras vacaciones nos acompañen felizmente el resto del año.

Ahora recuerdo que pasando por Milán este verano, un amigo me ha contado algo sobre unas jornadas que está preparando para el mundo empresarial y que se celebrarán el 28 de octubre en el Palazzo delle Stelline de Milán, bajo el título: “El entusiasmo en la empresa: un nuevo modelo empresarial”. Mi amigo me hablaba de este “entusiasmo” como un nuevo motor de la motivación y como un factor crítico y sustancial del éxito de las empresas, donde el directivo, en su función de promotor y creador de flujos de participación y comunicación, reparte pensamientos, emociones y acciones para provocar ese entusiasmo que abre el camino al éxito.

Lo importante es arrancar en positivo y ésta puede ser una buena idea para afrontar el nuevo curso que nos espera.

por @mbellido

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