“Me habría gustado ser… y, sin embargo,..”. “Nunca seré capaz de…”. Son frases que oímos a menudo o que noso­tros mismos hemos pronunciado en algún momento de nuestra vida, coincidiendo con que algo nos abrumaba o nos entristecía. Es una especie de frustración recurrente que nos embiste cuando miramos atrás y recordamos que alguna vez no logramos seguir un impulso o un deseo y, de consecuencia, no fuimos capaces de satisfacerlo y conseguir una meta. O cuando recordamos que un tren con nombre de oportunidad pasó por nuestra estación y no tuvimos el valor de subirnos.

Estos sentimientos también nos abordan cuando ya no nos ilusiona aquello que un día emprendimos con tanta determinación. ¡Cuántas personas se sienten hoy estancadas en la vida laboral, quemadas, desbordadas, sin motivación! La situación se complica cuando sobreviene, además, la impotencia de no saber cómo y qué hacer, cómo iniciar un cambio. Cuando encuentro a personas desmotivadas, o simplemente pérdidas en la incertidumbre de sus capacidades para cambiar algo en sus vidas, recuerdo una frase que memoricé del film “Secretos del corazón”. Decía así: “¿Sabes cuál es el secreto de los valientes? No decir nunca que tienen miedo”. Los contratiempos, los momentos bajos, los ahogos, los cuestionamientos forman parte de nuestra vida y lo que importa es la actitud con la que los afrontamos. Ser valiente no solo significa arriesgarse, afrontar el peligro o luchar por lo que se cree, es también comenzar una y otra vez con dignidad, cuando nos parece que todo está ya perdido, que no tenemos capacidad para afrontar una nueva situación. Saber ir más allá de los miedos. Ser valiente es actuar, es hacer, y cuando algo se hace, algo se mueve. Y la mejor manera de hacer es ser. Como dice el filósofo chino, uno tiene que ser algo para poder hacer algo. Es un error no hacer nada porque nos creemos que lo que podemos hacer es sólo muy poco. Tenemos a nuestro alcance infinidad de herramientas vitales para sacar el máximo provecho de nosotros mismos y casi siempre nos atormentamos buscando fuera de nosotros las soluciones, cuando en realidad las llevábamos dentro. Quizás convenga empezar ahora, en el punto donde estemos, tratando de apreciar nuestros talentos, conociendo y aceptando nuestros puntos débiles y reconociéndonos así como somos. Todo eso con una actitud indispensable: pensar en positivo. Hay algo que siempre he tenido claro: lo que más cuenta no siempre es lo que no dicen los demás, sino lo que nos decimos nosotros. Por eso, es vital que comencemos con valentía a repetirnos: “Sí, puedo”, “lo conseguiré”, “yo valgo para eso”, “seré capaz”… Seguro que si cambiamos nuestros pensamientos seremos capaces también de cambiar nuestro mundo. Se trata en el fondo de dejar de preguntarse constantemente qué va a pasar y empezar a preguntarse qué puedo hacer. Vivir nuestras experiencias, nuestro día a día, nuestras relaciones, nuestra carrera profesional con miedo o con optimismo cambiará radicalmente la acción y el resultado. Con miedo, nos toparemos con inconvenientes y dificultades, nos sentiremos apáticos y desanimados. Con optimismo probablemente aumentarán nuestras esperanzas, encontraremos alguna que otra solución, más ventajas y hasta nuevas posibilidades. El viaje no termina porque muera por el camino algún sueño. Con la que está cayendo vale la pena invertir en optimismo y hacer como los valientes que nunca se dicen ni dicen que tienen miedo. El miedo siempre nos acechará para aguarnos la fiesta y para hacernos ver las cosas peor de lo que son. Lo importante es no dejarle entrar en nuestra casa.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com