En mi juventud, en las charlas con los amigos se usaba mucho el relato, el contar historias y esas narraciones se volvían siempre reflexiones profundas. Las historias que nos contábamos podían estar protagonizadas por personajes de nuestra memoria o de nuestro entorno. No importaba. Creo que a veces alguno se las inventaba. Nunca supe si una historia que nos contó un día Giampiero era real o se la había sacado de su imaginación. Nos había contado que un día en la estación de Roma Termini había visto, mientras hablaba por teléfono en una cabina, como un papel caía del bolso de una chica que estaba sentada en un banco de la estación. Cuando terminó de hablar el papel seguía en el suelo pero la chica se había levantado ya desde hacía un rato sin haberlo recogido del suelo. En el papel estaba escrito el nombre de una mujer y una dirección postal de la ciudad de Turín. Desde aquel día Giampiero inicia una correspondencia con esa mujer del papel, contándole en la primera carta como había conseguido la dirección. Giampiero lo hace sin querer saber realmente si se trataba de la misma chica que había visto sentada en el banco de la estación. Ella comienza a responder a sus cartas pero sin desvelarle si se trataba de la misma persona. Giampiero en sus cartas le contaba sus experiencias y ella las comentaba y correspondía con las suyas. Pero ninguno de los dos tenía la certeza de la veracidad de las mismas. Entre los dos había nacido una relación íntima y distante al mismo tiempo. Cada uno vivía en su mundo y abría la ventana de su intimidad o de sus fantasías a través de esas cartas que seguramente suscitaban deseos de libertad, de mayor conocimiento e incluso de amor. Cómo estas historias recuerdo muchas otras y las reflexiones que suscitaban entre nosotros.
Es curioso como cada uno las contaba. Se podía detectar, de cómo las narraba, que libros reposaban en sus mesillas de noche. Narrativa histórica, policiaca, erótica o sentimental.
Estas conversaciones nos hacían viajar por las fronteras entre la realidad y la ficción para después con paso dubitativo traspasar el borde que marcaba ese límite y sacar conclusiones. Si, seguramente muchos de vosotros quisierais saber como terminó la historia de Giampiero. Prometo contarlo otro día. No quiero estropear otras abstracciones que os habrá producido mi relato.

por @mbellido

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