Las milicias que combaten en la República Centroafricana han alistado alrededor de 6.000 niños. La noticia nos llegaba a través de representantes de UNICEF en el país africano, donde se está viviendo en un clima de inestabilidad sin precedentes desde el pasado mes de marzo, cuando la coalición de rebeldes Seleka depuso al presidente François Bozize.
En ese momento uno de los líderes de la coalición, Michel Djotodia, se declaró presidente y prometió nuevas elecciones para 2014, tras un período de transición política.
Sabemos que oficialmente Djotodia disolvió las fuerzas rebeldes armadas, pero también sabemos que esas milicias han seguido llevando a cabo ataques y saqueos. En muchos territorios fuera de la capital control lo tienen las bandas armadas formadas por ex miembros de Seleka, mientras que facciones rivales también han formado milicias para proteger a algunas poblaciones locales, gracias al armamento proporcionado por los miembros de la guardia del ex presidente Bozize.
La población de la República Centroafricana es en un 80 por ciento cristiana, sin embargo los rebeldes han surgido de las áreas donde vive la minoría musulmana cerca de las fronteras con Chad y Sudán.
La situación es muy complicada y la comunidad internacional, como en otros casos que se producen en el continente africano, parece mirar para otro lado.
Más de 4 millones de personas están sufriendo esta crisis, de las cuales casi el 50 por ciento, tienen menos de 18 años. Una infancia y una juventud que está quemando lo mejores años de sus vidas y perdiendo toda esperanza de futuro. Lo más espantoso es el reclutamiento y utilización de niños soldados. Esta es una de las violaciones más graves de los derechos humanos en el mundo. África es a menudo considerada el epicentro de este fenómeno. Las condiciones en las que se encuentran estos niños son espantosas. Muchos asisten a diario a las peores experiencias de violencia, masacres, muerte, ejecuciones, torturas y violencias sexuales. El paraíso de la infancia, en estos casos, se ha convertido en el peor de los infiernos.