El terremoto que ha sacudido ayer una vasta zona de Baluchistán ha causado al menos 327 muertos. Los hospitales, según fuentes del gobierno provincial, no tienen ya espacio para acoger a los heridos. En un territorio de más de 21.000 km cuadrados con más de 300.000 habitantes, es imposible saber cuántas son realmente las victimas en estos momentos. El terremoto de 7,7 grados de escala de Richter ha golpeado sobre todo una zona de montañas y desiertos que históricamente a presentado riesgos sísmicos de mucha gravedad. El epicentro ha sido localizado a unos 66 km al norte-noreste de Awaran (USGS) y a 120 km al suroeste de la localidad de Juzdar (Departamento Meteorológico), y el hipocentro a entre 20 y 23 Km de profundidad.

La mayor parte de los heridos han sido auxiliados en una zona de chozas construidas con barro y paja, Según fuentes oficiales, el 80 por ciento de estas casas se han hundido o han sufrido graves desperfectos en Awaran.  Las víctimas quedaron sepultadas bajo los escombros de sus casas. Hay un alto número de desaparecidos y se excava entre los escombros en búsca de posibles sobrevivientes

Las nueve replicas que se han sucedido, aunque de menor gravedad, han provocado escenas de pánico en la población. A todo esto hay que añadir que a un grupo de médicos y enfermeras que trataban de auxiliar a los heridos en la zona Mashkay, cerca de Awaran, le ha atacado un grupo terrorista armado, lanzándoles bombas y proyectiles. Afortunadamente han podido escapar y ponerse a salvo, gracias a la intervención del grupo paramilitar de frontera Fc.  Baluchistán sufre una violencia endémica de tipo étnico y sectario, así como la infiltración de terroristas de varias afiliaciones. Aprovechar esta desgracia para atacar a este grupo de salvamento es de gentuza sin escrúpulos. Matar es una barbarie, no es la  condición natural del ser humano, ni la manera de defender ideas. Es aborrecible siempre y más aún cuando se desencadena hacía personas indefensas y afectadas por una desgracia tan grande.  Resuenan aún en mis oídos las palabras que recientemente ha pronunciado el Papa Francisco: «Hemos perfeccionado nuestras armas pero nuestra conciencia se ha adormecido, hemos hecho más sutiles las razones para justificarnos, y como si fuese una cosa normal, seguimos sembrando destrucción, dolor, muerte».

por @mbellido

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