Me produce asco cuando escucho a dirigentes de Bildu, Sortu y Amaiur despreciar a las víctimas del terrorismo, me produjo asco cuando vi con cuanta facilidad en la anterior legislatura se legalizó a estos tres partidos «sin que hubieran condenado la violencia», sigo probando repugnancia cuando veo que el objetivo de muchos dirigentes de la izquierda sigue siendo buscar la impunidad para los asesinos presos y cuando veo tanta manifestación para lograr sacar a esos verdugos de la cárcel lo antes posible. Constato que el ser humano es capaz de realizar actos de suprema insensibilidad e insensatez cuando no hace un esfuerzo por recordar, por rebuscar en su memoria atrocidades del pasado y actuar en consecuencia.
Se necesitaría instaurar un día para recordar, un momento para compartir ética, para discernir la diferencia entre el bien y el mal, para recordar las lóbregas actuaciones de la banda terrorista ETA en nuestro país; una jornada para no olvidar la sangre derramada y el sufrimiento provocado en tanta gente de bien.
Aunque hoy la banda no sigue matando, las ideas que provocaron esos asesinatos siguen vigentes en muchos.
Un día para recordar juntos, para recordar colectivamente, nos haría bien a todos; a los que recordando cada día en silencio siguen torturados por la falta de sus seres queridos asesinados y a los que quisieran que todos olvidasen porque fueron cómplices de aquellas atrocidades.
Un día dedicado a la memoria también haría bien a esos jóvenes que no conocieron las monstruosidades que cometió ETA ni el infierno que sembró en España