Con el pasar de los años me convenzo cada vez más que en la sociedad en que vivimos el concepto de honestidad es difícilmente compresible y definible. Hasta las definiciones que encuentro en los diccionarios me parecen limitadas y poco profundas. Buscando  en internet una definición, encuentro que el  Wordreference intenta definirlo como compostura, moderación, respeto a la conducta moral y social que se considera apropiada. Después de leer estas y otras definiciones comprendo  que, en sustancia,  para la mayor parte de la gente la definición de honestidad no está clara. Otros conceptos como lealtad, moralidad, legalidad, bondad etc., se mezclan sin demasiada coherencia de fondo, sin ir a la raíz de la actitud.

Mi padre que era un hombre honesto, me inculcó con su manera de ser y vivir un concepto, que me repetiría hasta la saciedad, incluso en los últimos días de su vida terrena. Un concepto que habla de cualidad humana, de vivir y comunicarse de manera sincera, absteniéndose de acciones reprobables hacia el prójimo  fundadas en el engaño.  Quizás es una definición limitada, pero no contradictoria. Una definición muy practica que consiente de desenmascarar a quien no lo es. Quien es honesto la entiende.

Quien no lo es, también, ya que en esa acción reprobable, de la que hablábamos, es evidente la clara voluntad de hacer creer al prójimo algo que no es verdad.

A menudo la inmadurez o la picaresca lleva a algunos a defenderse sosteniendo la idea de que datos y hechos pueden ser interpretables en modo diverso. Esta es sencillamente una actitud facilona de juicio. Ya que cuando uno miente o falsea un hecho, por mucho que lo justifique, no deja de ser un mentiroso y un falso.  Por desgracia hay gente que se cree sus propias mentiras, sin embargo, la carga en la conciencia que supone no actuar honestamente, es una mancha y una tachadura que se lleva siempre colgada de la conciencia. No hay certificado que la limpie o justifique. La mancha no se quita ni con lejía. No solo es un verdadero peso, es incluso  una especie de niebla que impide mirar limpiamente a los ojos de los demás. Aparentemente las personas deshonestas tienen la impresión de abrirse un camino, pero casi siempre es un camino que no conduce a nada bueno. Nicolás Chamfort no dejaba títeres con cabeza en este sentido: “Lo que mejor explica por qué los hombres poco honrados, e incluso los necios, a veces logran casi siempre abrirse su camino en este mundo, mucho más airosamente que las personas honestas y de talento, es el hecho de que los hombres sin escrúpulos y los necios se encuentran más desembarazados para ponerse a tono y al unísono del mundo, que, en general, es de la misma condición y calaña que ellos.”

Además, las pírricas victorias de los deshonestos duran poco. Ya lo decían los clásicos griegos: “Lo mal ganado, mal y pronto se gasta.” “Las ganancias mal logradas reportan antes o después grandes pérdidas y desgracias

 

por @mbellido

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