Los interrogantes que muchos científicos están planteando sobre el cambio climático, la escasez de combustibles, el aumento del consumo de energía están calando cada vez más en la sociedad actual. Se discute en foros, se escriben artículos, se hacen reportajes, se preparan dossier para los gobiernos de todo el mundo. Mucho se habla y quizás poco se hace. Nuestro comportamiento es como el de los fumadores empedernidos, saben que el tabaco hace daño pero siguen fumando. Se sabe que el consumo salvaje de energía a cualquier precio acarreará desastres y sin embargo seguimos sin frenarlo.

Sería necesario que los gobiernos pusieran en marcha acciones más decididas. A veces, se pierden en discursos demagógicos sobre el medio ambiente para guiñar un ojo a movimientos ecologistas que pueden aportar votos pero no trabajan en estrategias eficaces y legislaciones sensatas. Es tiempo de primar energías alternativas y, por supuesto, difundir una cultura del ahorro energético que nos haga mantener una calidad de vida presente y futura.

En Alemania fue precisamente donde en 1995 en unas jornadas organizadas por el Banco Mundial escuché decir a su vicepresidente algo que nos dejó a todos perplejos y preocupados. Sus palabras se referían al agua: «Si las guerras de este siglo se han combatido por el petróleo, las del próximo siglo se combatirán por el agua».

Su previsión inquietante quizás no iba mal encaminada cuando hoy comienzan a notarse claros signos de esta insuficiencia en países como Israel, India, China, Bolivia, Canadá, México, Ghana o Estados Unidos. El desequilibrio hídrico en todos los continentes comienza a ser una realidad.

El 97% del agua de la Tierra es salada y solo el 3% restante es dulce. De este último porcentaje el 2,15% es hielo y sólo el 0,64% está disponible para su consumo. En 2025 la población mundial será de 8.000 millones de habitantes que necesitan agua para beber, para alimentarse y para hacer posible producciones agrícolas e industriales. Una necesidad vital e insustituible. ¿Qué pasará cuando se incrementen las más que previsibles sequías que se deriven del cambio climático? No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras la industria irresponsable sigue contaminando y poniendo en peligro nuestra salud, provocando al mismo tiempo una altísima mortandad de plantas, peces y aves, destruyendo microsistemas, intoxicando ríos y aguas subterráneas. No podemos mirar hacia otra parte cuando los Ayuntamientos no emplean los impuestos de los cuidadnos en disminuir la polución atmosférica o renovar las tuberías de las ciudades, muchas de las cuales operan desde hace decenas y decenas de años y del grifo sigue saliendo agua contaminada por metales pesados, sustancias químicas no aptas para la salud o por bacterias de aguas fecales. No podemos mirar hacia otro lado cuando se siguen disparando las alarmas sobre las consecuencias del cambio climático y sobre el progresivo agotamiento de los recursos. El futuro es algo que se puede elegir. Si queremos garantizar nuestra supervivencia y la de nuestros hijos, conviene que los empresarios empecemos a trabajar responsablemente desde hoy mismo.

por @mbellido

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