Puedo conversar a menudo con un amigo economista al que da gusto escucharle por su claridad en la exposición de cualquier tema financiero, mercantil o bancario, por complejo que éste sea. Cada vez que me despido de él, satisfecho por haber profundizado en temas de actualidad económica y por haber encontrado claves de entendimiento, siento al mismo tiempo pena al constatar como el esquema básico de la Política Económica del Gobierno adolezca de claras insuficiencias de análisis, de planteamiento y medidas que nos recaten finalmente de la crisis actual. Me pregunto por qué los discursos del gabinete económico de Zapatero no abordan nunca temas de comercio exterior y relaciones económicas internacionales y por qué son tan débiles los argumentos esgrimidos sobre impulso al trasporte, a los autónomos, a la energía, a las infraestructuras, a la educación o sobre las magnitudes macroeconómicas vitales de nuestro país, como dinero, renta y capital.
Este gobierno ha empleado el tiempo de la legislatura para dividir España en dos, se ha concentrado y especializado en Leyes de igualdad, Leyes de Reproducción Asistida, Leyes contra la “violencia de género”, paridad sexual en el gobierno, Ley antitabaco, canon digital. Considera como logros los líos con el Estatuto catalán, el diálogo con ETA, la ley de la memoria histórica, el apoyo a la OPA de Gas Natural sobre Endesa, la mala regulación de inmigrantes, la reducción de la financiación del Estado a la Iglesia, la Educación para la Ciudadanía, el matrimonio gay, las buenas amistades con dictadores tercermundistas como Castro y Chávez… Y, por desgracia, este nuestro Gobierno no acierta ni una en cuestiones económicas. Sigue presumiendo de prestaciones sociales para tapar el verdadero problema que es la falta de trabajo, convirtiéndose en un gobierno especialista en paro, después de habernos prometido el pleno empleo y después de haber negado la crisis hasta la saciedad, sin ser capaz, en estos años, de dar una sola respuesta satisfactoria a tan nefasta situación.
Claro que existen muchos otros problemas colaterales a los que habría que aportar soluciones. En numerosos lugares de España, aunque la prensa o los telediarios no lo digan, la gente sigue preocupada por una cierta inmigración y su relación con la inseguridad ciudadana, por el fracaso escolar, la carencia de inversión en I+D+I, la presión fiscal sobre trabajadores, jubilados y empresarios, la inseguridad sobre la edad de las jubilaciones y las pensiones, etc.
Sonrisas, talante, palabras, palabras, palabras… pero, como bien se sabe, “del dicho al hecho siempre hay un trecho”. ¿De qué se sentirá orgulloso este gobierno?

por @mbellido

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