Este verano, durante una reunión en el Centro de innovación Copérnico Center de Milán, mientras un grupo heterogéneo de visionarios y tecnólogos discutíamos sobre la Inteligencia Artificial, alguien muy convencido de que pronto las máquinas sustituirán a los humanos en casi todo, dejó caer una expresión ante la cual no pudimos no soltar una gran carcajada: “Muy pronto, en las fábricas, además de la maquinaria habrá solo dos seres vivos: un hombre y un perro. El hombre servirá para dar de comer al perro y el perro para evitar que el hombre se acerque a las máquinas”.  Sinceramente, aparte de parecerme una exageración graciosa, pensé que ojalá esto no se produjera nunca. Lo cierto es que nuestra conversación ponía en evidencia que, si hace años, el principal problema de los científicos y tecnólogos involucrados en la investigación relacionada con la Inteligencia Artificial era demostrar la posibilidad realista de usar dichos sistemas inteligentes para usos comunes, hoy no queda más remedio que aceptarlo, ya que este objetivo se ha alcanzado ampliamente.

Aunque quede mucho por ver, por hacer y avanzar, la Inteligencia Artificial ya hace tiempo que ha dejado de ser una hipótesis y representa una realidad. Sin embargo, se abre un debate sobre las correctas relaciones entre ser humano y máquina, sobre su uso y sobre los aspectos morales y éticos de la cuestión. En este sentido, la dirección que se tomará aún no está bien definida, pero sin duda dará lugar a una nueva revolución cultural y, naturalmente, industrial.

Partiendo de la base de que la Inteligencia Artificial es una rama de la tecnología de la información que permite la programación y el diseño de sistemas de hardware y software dirigidos a equipar las máquinas con ciertas características que se consideran típicamente humanas, como por ejemplo las percepciones visuales, el espacio temporal y decisional, no podemos obviar que, por muy inteligentes que sean estas máquinas, siempre se tratará de una inteligencia distinta a la humana, sobre todo por la naturaleza del  contenedor que acoge esta inteligencia.  Valores, necesidades, reglas, sentido común…, son elementos característicos de la inteligencia humana, elementos no todos susceptibles de incorporar todavía en la Inteligencia Artificial.

La propaganda de la próxima pandemia tecnológica sostendrá que las máquinas son un antídoto contra el aislamiento y la soledad, además de ofrecer la eficacia garantizada. Era la opinión predominante en la reunión que mantuve en Milán. También se decía que cada vez más estaremos dispuestos a reemplazar las relaciones tradicionales con nuevas interfaces tecnológicas. Algunos tecnólogos opinaban que la dimensión afectiva en sí misma dejará de ser un obstáculo, ya que se fortalecerán las emociones, los afectos y los sentimientos. Decía un amigo: “Si hoy un chico puede decir Me encanta mi iPhone, porque me permite estar conectado con mis amigos, muy pronto es posible que diga Amo mi iPhone, porque es mi mejor amigo”.

Mi respuesta fue que se necesita disponer de reglas claras que limiten el comportamiento de los sistemas de Inteligencia Artificial autónomos para que los encargados de desarrollarlos puedan incorporarlos en sus aplicaciones. Y, por último, deberá quedar claro el papel que desempeña el ser humano. En casi cualquier área, la capacidad humana todavía supera la inteligencia artificial, especialmente en el tratamiento de casos que no han aparecido en los conjuntos de datos de ejemplo de los que aprenden los sistemas de Inteligencia Artificial. Saliendo de la reunión en el Copérnico Center, me acerqué a la Pinacoteca di Brera, considerada una de las mejores colecciones de arte de Italia. Contemplando los cuadros de los grandes artistas allí expuestos, me pregunté si un robot puede ser un artista. La máquina sabrá cómo imitar a los grandes maestros, sin duda, ¿pero alcanzar lo que para la historia de la música fue Beethoven o lo que Picasso y Miguel Ángel representaron en la historia del arte?

Conclusión: sigamos avanzando, pero no olvidemos que la Inteligencia Artificial y toda la tecnología que se está desarrollando tiene el objetivo de aportar soluciones, es decir, apoyar al ser humano y facilitar su actividad, no de sustituirlo.

por @mbellido

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