Esta mañana, hablando con un viejo profesor, lo de viejo no es ni por su edad ni por su espíritu, sino por su gran experiencia, hablábamos sobre la necesidad de no dejar nunca de formarse. Distinguíamos, en la educación de una persona, la parte que concluye en el ámbito académico y otra muy necesaria que se prolonga en el tiempo después de la salida de la universidad y que ofrece aspectos más operativos y especializados para no perderse en los avances profesionales. De mis años de estudiante conservo la adquisicción de habilidades, el compromiso de investigar para dar respuestas correctas, el aprender a comprender. Hoy sigo estudiando y en el día a día esto se traduce en la interiozación crítica y creativa de contenidos variados que me sirven para ponerme al día y seguir enriqueciendo mi intelectualidad y mi visión del mundo. En estos días, cuando los avances científicos y tecnológicos corren tan deprisa, donde el saber está cada vez más al alcance de todos, es fundamental mantener y actualizar los conocimientos necesarios para el desarrollo de la actividad habitual. Esa es la formación continua.
El profesor me hablaba de la cultura de la enseñanza, o la vocación a la enseñanza, que es capaz de formar docentes volcados generosamente en su labor, capaces de promover, con su manera de ser y de hacer, la renovación de la escuela desde dentro. Me decía que en su trayectoria profesional se había preguntado a menudo cómo enseñaba, para qué lo hacía, por qué lo hacía así, las consecuencias que tendría en sus alumnos, y qué otras alternativas tenía de hacerlo mejor. Esto me hizo reflexionar sobre mi modo de aprender y de estudiar en la actualidad. ¿Cómo sigo aprendiendo? ¿Para qué lo hago? ¿Por qué lo hago así? ¿Qué visión obtengo de la realidad? ¿Es, de verdad, como decía antes, una interiorización crítica y creativa que me aporta sabiduría y no solo conceptos? ¿Me hace ser más eficaz y objetivo? Por Todo el compendio cultural a nuestro alcance nos está proporcionando nociones fundamentales sobre nuestro origen, sobre como éramos y de dónde venimos. Quizás sea también necesario adentrarse en la realidad de hacia dónde vamos. En el fondo los seres humanos estamos llamados a crear y construir el futuro. Como decía Victor Hugo “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”.
Basta creer en la belleza de nuestros sueños.

por @mbellido

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