El mundo de la escuela está viviendo grandes transformaciones de la mano de las nuevas tecnologías. Pizarras digitales, ordenadores en clase, e-book…
Por otra parte hay que constatar que el uso, cada vez más frecuente que las nuevas generaciones, los denominados “nativos digitales”, hacen de las nuevas tecnologías para el uso personal y para el consumo de conocimiento está produciendo cambios en muchos frentes. Estos cambios no dejan indiferente a casi nadie, las reacciones de profesores, pedagogos, psicólogos y sociólogos son variadas. Hay quienes se muestran entusiastas, indiferentes, excéntricos, contrarios e incluso opositores. La mejor actitud como en otras cuestiones tendría que evitar los extremos, valorando de manera práctica y no ideológica los pro y los contra de estas innovaciones en la didáctica diaria.
En este sentido he encontrado recientemente dos posturas bien distintas que me han hecho reflexionar. La primera, es la de un profesor que buscando mantener un talante de cercanía con los alumnos, (los llama colegas), introduce a todos los efectos los medios tecnológicos, para cualquier trabajo en clase. En sus explicaciones escritas y apuntes también usa a menudo el mismo lenguaje escrito que ellos usan con sus amigos en WhatsApp, un lenguaje carente de rigor, saltándose toda regla gramatical. Yo no estoy tan seguro que sea eso precisamente lo que necesitan esos adolescentes, es más, creo que haciendo así se les está privando de profundizar y avanzar en la riqueza de nuestra lengua y de nuestra cultura. El otro caso es el de un profesor, cercano ya a la edad de la jubilación, que ha prohibido los e-book o las lecturas de textos clásicos en el ordenador a sus alumnos, quiere que los textos se lean en los libros tradicionales. Sostiene que el acto de leer necesita paciencia y tiempo, lo contrario de la simultaneidad y la velocidad en la que se basan los nuevos artilugios tecnológicos. Cree que el libro de papel tiene mayor consistencia formativa y educativa.
Sin ser apocalípticos sobre el uso de los nuevos medios tecnológicos por las nuevas generaciones, creo que es necesario seguir reflexionando profundamente sobre el equilibrio en su uso en la edad escolar. Por otra parte no podemos olvidar que el pasado es distinto del presente y que cada momento cultural tiene sus caracteres propios y particulares.
Lo importante es que los jóvenes que prescinden de las conexiones sintácticas a diario mientras mandan un mensaje a sus amigos, no tropiecen en los mismos errores cuando redacten temas o respondan a un examen escrito.