La semana pasada, en esos días trágicos, en que la opinión pública internacional hablaba solo del ataque terrorista en Paris y de la manifestación que movilizó a millones de franceses días después, se producían dos terribles atentados en el continente africano causando decenas de muertos en Nigeria. El primero de los atentados en el mercado de Maiduguri, capital del estado de Borno; el segundo en el mercado de Potiskum, en el estado nororiental de Yobe. Ambos lugares son territorios dominados por el terror islamistas de Boko Haram. Son dos atentados que merecerían otra respuesta desde la conciencia occidental.
Allí la gente no solo es pobre, padece hambre y no posee nada. Esos seres humanos sufren la falta de futuro, viven sin esperanza. Son pueblos olvidados, solo tenidos en cuenta por el terror, donde se dan incluso casos que niñas de pocos años son reclutadas para servir de kamikaze. Me pregunto qué raza de mentes criminales tienen estos terroristas que son capaces de convencer a una niña, para que se inmole haciendo explotar una bomba escondida debajo de sus pobres vestidos en medio de un mercado abarrotado de gente humilde. Todo esto hace pensar. ¿Cuántos muertos más hacen falta para que Occidente reaccione?