El próximo mes de junio serán muchos los que inicien las esperadas vacaciones de verano, tiempo que, por norma general, se aprovecha para disfrutar en un lugar diferente al de residencia. A pesar de las campañas de la DGT, aún son demasiadas las personas que no llegan a su destino por culpa de los accidentes de tráfico. Nuestra actitud al volante es decisiva para la seguridad vial.

En un estudio sociológico sobre el comportamiento y actitudes de los españoles al volante que se publica en la página web de la DGT se pueden encontrar resultados curiosos como que para el 95,4% de los españoles los accidentes de tráfico representan hoy en día el tercer problema social y sanitario en nuestro país, por detrás del cáncer (98%); o que el 90% piensa que el conductor (factor humano) es el responsable de los accidentes de tráfico por encima del estado de las carreteras (70%), de la señalización (62%), del tipo de vehículo, la normativa y la supervisión policial. Pero lo peor es que el 38% no conoce bien la normativa vigente y que el 65% desconoce el funcionamiento correcto del sistema de frenada ABS. También es preocupante que un 12% afirme que es más peligroso abrocharse el cinturón de seguridad que no hacerlo.

Los conductores españoles nos sobrevaloramos y estamos muy orgullosos de nuestras habilidades en el tráfico urbano y, además, nos sentimos buenos cumplidores de las normas de tráfico. Sin embargo, pensamos que «los demás» no son así; lo que genera un exceso de confianza.

Para una conducción segura es importante la experiencia del conductor y la personalidad o carácter del mismo. La presión del entorno vial puede afectar a quienes tienen un carácter inmaduro o una personalidad agresiva haciéndoles reaccionar con actitudes peligrosas. Y esto no es un problema de hoy. Se tiene constancia de que ya en la antigua Grecia, hace 2500 años, se produjo el primer crimen por una disputa de tráfico.

Algunos estudios demuestran que la agresividad es la causa del 30% de los accidentes. El conductor agresivo manifiesta tendencias antisociales y violentas, escasa posibilidad de autocontrol y estrés emocional intenso. Para reducir su ansiedad recurre al alcohol o al automóvil, buscando su superioridad frente a los demás. También hay expertos que afirman que el estrés que se deriva del divorcio modifica el comportamiento al volante y disminuye la atención del conductor. Además, en muchos casos se toman antidepresivos, aumentando considerablemente el riesgo de sufrir un accidente.

Las conductas insolidarias en el tráfico generan más agresividad. Por ello, para este periodo de grandes desplazamientos y para siempre, recomendamos que se ceda el paso cuando se encuentre en una retención o tráfico lento para facilitar la incorporación de otros conductores; respete los pasos de peatones cediendo el paso a los que crucen por ellos; preste auxilio a los conductores que puedan necesitarlo, además de estar obligado, puede que un día el auxilio lo necesite usted; disculpe y pase por alto las incorrecciones o torpezas de los demás, no los «castigue» con el claxon, con insultos o con maniobras arriesgadas; seamos pacientes con los conductores noveles o de edad avanzada; cuando se genera un tapón porque se pierde un carril por obras o un accidente, dejar pasar uno de cada carril, para que los que tienen su carril libre no abusen de esa preferencia; no obstruir un cruce que ya está atascado, entrando en él porque tenemos el semáforo en verde y, sobre todo, para aquellos acomplejados que necesitan sentirse dominantes en algún sitio, que comprendan que ser el «rey» de su coche no le hace «rey» de la carretera.

Pedro Cardeñosa

por @mbellido

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