33 policías y 43 manifestantes atendidos por los servicios sanitarios  en la manifestación minera en Madrid. Está resultando sofocante para nuestro país este largo periodo, donde los sindicatos se están empleando con tanta violencia para expresar sus protestas. No siempre ha sido así. Sin embargo ponen el pelo de punta  las imágenes de encapuchados cortando carreteras, lanzando petardos, incendiando o lanzando piedras, como hoy en Madrid.  Sencillamente dan miedo. Sufrimos un gran déficit de valores éticos, que penetra en muchos estamentos de la vida, invade el campo de la juventud y se apodera de la vida social y publica. Estas actuaciones hacen perder apoyos a quienes las sustentan. Es el caso de los sindicatos. Son cada día más los ciudadanos que no quieren saber nada de ellos, que rechazan sus prácticas y que no se  creen que lo que defienden son los intereses de los trabajadores.

La violencia nunca está justificada y la sociedad en su mayoría la rechaza. Como decía Asimov, “la violencia es el último recurso del incompetente”. La violencia jamás resuelve los conflictos y en este caso intentar luchar contra algo inexorable, como es el cierre de minas tradicionalmente caras, carece de sentido. Los sindicatos  y los mineros defienden sus privilegios con una especie de blindaje violento, olvidando que muchos sectores productivos están también en crisis.  Ya son muchos los españoles que se preguntan dónde han ido a parar las subvenciones que en estos años han venido recibiendo. España no quiere seguir soportando las escenas violentas que se han visto estos días. Todo el mundo sabe que la violencia crea más problemas sociales que los que resuelve. ¿Será eso lo que buscan algunos?

Todos queremos el “Estado de bienestar”.  El logro del bienestar es el objetivo supremo y la meta que todos los ciudadanos tienen, no solo los mineros. Todos los ciudadanos tienen en su cabeza la preocupación de no perder el  trabajo y llegar a final de mes. No es con una varita mágica que se consigue, ni con una impresora de multiplicar billetes de 500 euros. Hemos derrochado y vivido por encima de nuestras posibilidades, los gobiernos, como contraprestación al voto han  querido subvencionar todo y parte de la sociedad ha creído que este modelo iba a durar eternamente. Un día ingresamos en la Unión Europea y todos eran parabienes. Con el tiempo la Unión Europea pasó a regular también las subvenciones y cuando había que reconvertirse no se hizo.

Esto no se arregla ahora saliendo a la calle a gritar. Lo que se quiere obtener con violencia, solamente se podrá mantener con violencia. ¿Hasta cuándo?, ¿Hasta dónde? Ya han prometido un otoño caliente. En lugar de reflexionar sobre cómo arreglar la situación, prefieren salir a tirar piedras, a orquestar batallas callejeras o a quemar contenedores. La sociedad contempla esta vaciedad, desorientada y perpleja, mientras con tal de alcanzar el poder, los que ahora no lo tienen, abren la puerta  a la agresividad a la violencia y al dogmatismo.  ¡Qué perdida de energía!

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com