Esta mañana J. Alonso Lujan, director general de Matsa , (Minas de Aguas Teñidas S.A.U), me ha regalado un libro de Julio Verne; una novela que me atrapó en su lectura y me apasionó  en mi años adolescentes.  Se trata de  “Viaje al centro de la tierra”.  El libro ha sido un segundo regalo ya que ayer me obsequió con una visita a la explotación minera que él dirige en el término municipal de Almonaster la Real en la provincia de Huelva; un distrito minero activo desde los tiempos de los fenicios, hace más de 2.500 años. Bajar a la mina de cobre fue una experiencia extraordinaria  por muchos motivos. Uno de ellos fue el descubrir y constatar  la capacidad tecnológica que el ser humano ha desarrollado para la prospección y para el posterior procesamiento de tantos millones de toneladas de mineral. Otro de los motivos era más personal, relacionado con mi curiosidad insaciable, con el deseo que siempre he tenido de penetrar por  unas horas en las entrañas de la materia. Mientras observaba las maquinas escavar se mezclaron en mi la percepción religiosa y la pasión científica. Materia, vida, energía me revelaban el significado del pensamiento  de Teilhard de Chadin, ese científico del “sentido cósmico”,  que tanto me apasiona y que en estos días meditaba en sus obras: “Es fácil imaginar mi impresión interior de liberación y de expansión cuando, desde los primeros pasos excitantes en un Universo “evolutivo”, me di cuenta que el dualismo en el que me había entretenido hasta ahora se disolvía como la niebla con el sol. Materia y Espíritu: no ya dos cosas diversas, – sino dos estados, dos caras del mismo Tejido cósmico…”

La extrema fecundidad espiritual de la materia,  de la cual tanto habló Theilhard, me pareció evidente allí abajo a tantos metros bajo el nivel del suelo.

He subrayado recientemente en una de las obras de Theilhard; una frase que encierra una profundidad extraordinaria: “Sumérgete en la Materia, hijo del Hombre – lánzate allí donde es más violenta y profunda. Lucha en su corriente y bebe de sus ondas. Es ella la que un tiempo ha mecido tu inconsciencia y que te llevará hasta Dios” Inmensa la música de la sinfonía teilhardiana: Espíritu y Materia venerados en una síntesis cósmica cuyo fulcro es la realización de la Persona.  Inmensa, por tanto, la música que aún podremos seguir descubriendo en el corazón de la materia gracias a tan grandes seres humanos que han consagrado sus vidas  a definir el lugar del hombre en el Universo.

por @mbellido

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