Muy larga se hace la espera cuando se espera, cuando se sufre, cuando no llega el alba en una noche insomne.
Demasiados lentos serán los meses hasta las próximas elecciones. El tiempo se enredará en cortinas de humos, rifirrafes entre gobierno y oposición, promesas y más promesas, anuncios y más anuncios de recuperación de la crisis. ¡Y números! Desgraciadamente los números serán los de las listas de parados, los de los pobres que aumentan, los de las familias sin ingresos, los de las empresas que cierran y de los autónomos que cesan en su actividad, los de los abortos que se practican, o los de las mujeres y hombres víctimas de violencia. El tiempo, quizás, será cómplice de Zapatero, pero seguro enemigo de los españoles que sufren.
Chocante recuerdo el que se asoma a mi memoria, Winston Chuchill, prometiendo a su pueblo sangre, sudor y lágrimas, y así, mediante la sinceridad y el sacrificio, los condujo a la victoria. Zapatero y sus comunicadores prometen Jauja, protección social, políticas sociales y un país de maravillosas subvenciones y prestaciones. El resultado es que a España se la conduce al vagón de cola de Europa, se la hace más pobre, menos competitiva y menos libre.
Es inevitable que otro pensamiento chocante me asalte la memoria: las aventuras de Momo, el cuento de Michael Ende. “Aparecieron los hombres grises. Estos extraños personajes, iban vestidos con un traje gris, un bombín gris y en su boca siempre había un cigarro gris. Los hombres grises iban por la calle sin llamar la atención, buscando sus víctimas. Su objetivo era robar el tiempo a todas las personas que pudieran, almacenando ese tiempo para ellos”. Zapatero y su equipo van robando el tiempo a los españoles para ganarlos ellos, para ganar más tiempo en el poder, más tiempo en la Moncloa. Recortan salarios, cambian normas, se saltan a la torera sus propias promesas, dividen a los españoles, crean polémicas insulsas, tocan las pensiones de todo el mundo unilateralmente, sin que nadie pueda rechistar. Roban la posibilidad de emprender, de ilusionarse, de mirar al futuro.
Sigue el cuento de Ende. “Los hombres afectados por el plan de los hombres grises, querían gastar el menor tiempo posible y ahorrar el mayor tiempo. Cuanto más tiempo ahorraban, más tiempo necesitaban para seguir ahorrando, de manera que se crea un círculo vicioso”.
¿Dónde está Momo? ¿Dónde está ese líder político que consiga encontrar “esas flores que tienen almacenadas los hombres grises, para que empiecen a regresar a los corazones de sus dueños”?
Necesitamos recuperar el tiempo, el buen tiempo, el tiempo de la esperanza. En medio de tanto desaliento, en lo personal cortas se hacen las horas de la dicha, de los encuentros importante, de las emociones afectivas. Hasta se detiene el corazón por un instante. Lo malo es que cuando menos lo esperamos el sueño se desvanece y volvemos a enfrentarnos a los telediarios. Algo nos queda. Menos mal que esa felicidad personal, por corta que sea, ningún Zapatero nos las puede robar del corazón.